Los presidentes de China Xi Jinping; y Perú, Dina Boluarte, inauguraron el megapuerto de Chancay ubicado a 80 kilómetros de Lima, lo que nos pone en la disyuntiva de mantenernos como una economía marginal, subordinada a las potencias económicas mundiales, o asumir el reto de construir un futuro que nos permita ser parte del futuro de la economía mundial.

Según Julio Velarde y Carlos Tejada, este puerto reducirá el tiempo de navegación de 35 a 23 días, el monto invertido en su construcción significa 800 millones de dólares, alrededor del 0.3% del PBI, mientras que en la fase de operación, en 2025, se alcanzará el 1%, unos 2,670 millones de dólares.

La economía del mundo está cambiando. Estados Unidos con 335 millones de habitantes y aún primera economía del mundo, está en declive, apuesta por la energía de combustibles fósiles, hidrocarburos y su moneda, el dólar de aceptación mundial, enfrenta fuerte competencia en el yuan chino y el rublo ruso.

La economía de China, la segunda del mundo con 1,409 millones de habitantes, está en ascenso sostenido, impulsando el consumo de energías renovables, carros eléctricos y desarrollo tecnológico. La construcción del puerto de Chancay es parte de su estrategia de crecimiento económico en el mundo, al acercarse a América del Sur.

El Perú, más allá del deterioro institucional, ruptura del equilibrio de poderes, ser una economía pequeña, y tener un mercado interno débil, discriminatorio y excluyente, se encuentra en medio de una disputa económica mundial, donde las grandes economías no respetan ni preservan el medio ambiente.

Para no terminar triturado en medio de una disputa económica por la hegemonía mundial, el Perú necesita trabajar en desarrollar un mercado interno incluyente, proteger nuestra agricultura campesina, mejorar la calidad de la educación, universidades, la investigación y el desarrollo tecnológico.