Por décadas el debate económico se centró en torno a quién debía controlar los medios de producción y cómo se asignaban los recursos en la economía. ¿Debía ser el Estado, a través de la planificación burocrática centralizada? o ¿deben ser los privados, actuando libremente, guiados por el sistema de precios (que sintetiza en él, la abundancia, gustos y preferencias relativos, en una sociedad)?

Con la caída del Muro de Berlín, llegó el fin del mundo bipolar (socialismo económico vs. libre mercado). Esto trajo consigo la proliferación de las ideas liberales en el mundo. En el Perú, los 90′s trajeron la apertura económica, la promoción de inversiones y los precios libres en la economía. Esto significó el uso más eficiente de los recursos en los que el Perú tenía ventajas competitivas, lo que trajo como resultado progresivo y final, la modernización del aparato productivo del país.

El incremento del PBI, PBI per Cápita y reducción de la pobreza alcanzó niveles nunca antes vistos en nuestra historia republicana; sin embargo, los beneficios de una economía capitalista, libre y abierta al mundo han generado dispares resultados: un litoral y nororiente del país, próspero y moderno, y un centro y sur andino, que si bien ha recibido una descomunal renta estatal (minera e hidrocarburífica, principalmente) ha sido incapaz de convertir la abundancia de recursos en prosperidad de la población. El hecho que estas regiones hayan sido gobernadas por políticos corruptos e incompetentes de izquierda explica parte, pero no todo el problema.

Millones de peruanos sienten que son ciudadanos de segunda categoría, viviendo en los extramuros de una economía no pensada para ellos. Esta situación nos obliga a entender cuál debe ser el rol del Estado en una economía social de mercado adaptada al Perú. No se trata de discutir si el Estado es empresario o no. El rol del Estado peruano en el siglo XXI no está en sustituir el mercado, sino generar las condiciones para que la economía de mercado y el capitalismo popular se extiendan por todo el territorio y en todos los niveles de la población.

¿Qué se requiere para que la economía fecunde de prosperidad a todos los peruanos? Básicamente, cinco cosas: 1) acceso a salud de calidad; 2) erradicar la desnutrición infantil, para que nuestros niños puedan desarrollar plenamente su potencial físico e intelectual; 3) educación, para tener jóvenes con altos niveles de productividad; 4) legislación inclusiva, para incorporar al mercado cientos de miles de empresarios que operan en la informalidad y, finalmente; 5) infraestructura, para que un país con el desafío orográfico del Perú, sea un país unitario e integrado.

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