El presidente Pedro Castillo fue la semana pasada a México y Estados Unidos para hablar con empresarios y atraer inversiones. Ha dicho que en el Perú las reglas están claras y que no habrá expropiaciones ni saltos al vació. Sin embargo, acá en Lima sus ministros y su partido han hablado en un lenguaje totalmente opuesto.
Mientras el mandatario dice que el suelo está parejo, su premier Guido Bellido le jala la alfombra a la Cancillería por “atreverse” a cuestionar la legitimidad del dictador Nicolás Maduro, mientras el partido de gobierno insiste en su asamblea constituyente que busca ponernos en la órbita de Cuba y Venezuela.
De otro lado, el propio mandatario mantiene en el gabinete a gente sindicada de terrorista y de ser abiertamente filoterroristas, como el propio Bellido, Iber Maraví y otros que jamás han debido ser parte de ningún gobierno.
Para finalizar las contradicciones con el viaje de Castillo, ayer hemos visto nuevamente en el Perú a Evo Morales, un aprendiz de dictador chavista en un evento de Perú Libre, que lidera el muy influyente corrupto Vladimir Cerrón.
Imposible entender la ruta del gobierno de Castillo, cuando se dice una cosa, pero los hechos afirman otra cosa. ¿Y así quiere que vengan a invertir y generar trabajo en el país?