Días atrás critiqué en este espacio al ministro del Interior, Juan José Santiváñez, por permitir que el delincuente Vladimir Cerrón se burle de todos los peruanos al darse el lujo, incluso, de brindar una “conferencia” desde su escondite mientras la policía supuestamente lo busca. Sin embargo, días después queda darle la razón por las críticas que ha lanzado al Ministerio Público por el muy deficiente trabajo de sus fiscales en la lucha contra la criminalidad que nos tiene contra las cuerdas.

El miércoles último, el ministro Santiváñez se quejó que fiscales de Lima Norte se negaban a acudir a una diligencia tras la captura de un grupo de delincuentes. En realidad, no sorprende. Lamentablemente, y lo he señalado hace mucho tiempo, el Ministerio Público se ha convertido en un lastre en la lucha contra la criminalidad por culpa de sus magistrados que se han hecho famosos por liberar a criminales de todo pelaje que más tarde caen delinquiendo nuevamente.

Son incontables las veces en que hemos sabido de hampones que caen en flagrancia, con armas y con otras evidencias, que más tarde ganan la calle con suma facilidad. Recordemos a los cómplices del “maldito Cris” arrestados en una guarida al sur de Lima o la indignación de un jefe policial al ver que los 13 hampones extranjeros que cayeron por estar metidos en los préstamos “gota a gota” luego de una gran operación para su captura, salieron en libertad gracias al Ministerio Público.

Ayer el fiscal de la Nación encargado, Juan Carlos Villena, ha dicho que está indignado ante lo dicho por el ministro Santiváñez. Dice que sus palabras son en venganza por una investigación que le ha abierto por presunto delito de abuso de autoridad. Puede ser. Pero el caballero no puede negar que la entidad a su cargo viene haciendo agua desde hace mucho tiempo en la lucha contra la criminalidad. Los trujillanos lo saben muy bien desde hace varios años. No es de ahora.

En lugar de quejarse, el fiscal Villena debería buscar los mecanismos, desde dentro de su institución, no solo para reformarla, sino refundarla, comenzando por la Junta de Fiscales Supremos y grupos especiales de fiscales a cargo de casos emblemáticos que han resultado un tremendo fiasco. Si seguimos como estamos, no vamos a ninguna parte y los delincuentes comunes y los corruptos seguirán riéndose en la cara de todos los peruanos como hasta ahora.

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