Hoy, 14 de febrero, Día de San Valentín, recordemos el amor surgido entre Helena de Esparta, casada con Menelao, y Paris, príncipe de Troya. Flechados al instante de conocerse, la fuga de ambos hizo que estallara la guerra. Troya fue arrasada y con Paris muerto, Helena tuvo que volver con Menelao. La bella Cleopatra de Egipto, hizo que cayeran a sus pies, Julio César y Marco Antonio. Los triunviros, cada uno en su momento, enloquecieron por la última reina del Nilo, poniendo en riesgo los destinos Roma.

El sobrino del César -asesinado por conspiración en el Senado-, creyéndola muerta se quitó la vida y ella advertida del suicidio, también lo hizo. En la Edad Moderna, fue sonado el de Carlos I de España con Isabel de Portugal. La muerte de la reina sumió en completa depresión al rey, cuya vida fue apagándose lentamente.

Antes que ellos, las nupcias de los reyes católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, que consolidó la unidad política ibérica para la expulsión de los árabes, después de 8 siglos. Eduardo VIII de Inglaterra, enamorado perdidamente de la estadounidense Wallis Simpson, sin pensarlo dos veces abdicó a la Corona a la que había accedido a la muerte de su padre, Jorge V (1936). Remeció a la tradicional realeza británica para priorizar su destino personal.

Aunque no menos enamorado pero sí desorbitado, 5 siglos antes, Enrique VIII, rompió con la Iglesia Católica, fundando la Anglicana, porque el papa Clemente VII no accedió a su caprichoso divorcio de Catalina de Aragón (1530) -la hija menor de los reyes católicos- para desposar a Ana Bolena, de quien se enamoró, aunque luego la mandó ejecutar. Nadie olvida el emblemático beso de un marino a una enfermera -la austríaca Greta Friedman, el 14 de agosto de 1945-, a la que súbitamente tomó por la cintura, exactamente frente al Times Square, al enterarse que la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), había llegado a su fin.

La famosa fotografía, que tomará para la posteridad Alfred Eisenstaedt, impulsó al alicaído idealismo de la ciencia de las Relaciones Internacionales, extasiado en el amor de Scarlett O’Hara por Ashley Wilkes, esposo de Melanie Hamilton Wilkes, en el idílico y clásico largometraje “Lo que el viento se llevó”. El amor, entonces, ha sido protagonista en la historia universal.

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