Andrew Fuller sostiene que ninguno de nosotros somos realmente adultos hasta que cumplimos 36 años, basándose en 500.000 entrevistas hechas en todos los grupos de edad para entender la ruta por la vida. Sostiene que “los años 20 son la edad adulta con ruedas de entrenamiento” y “los primeros 30 es un momento de certeza excesiva y resuelta” y no es hasta los 36 años que se es realmente adulto. (Fast Company 17/05/2021)

Las personas a los 30 años se enamoran perdidamente de su camino recién acuñado. Lo persiguen con una devoción obstinada y hasta maníaca. Podría ser el romance, los bebés, ascender en la carrera profesional, ahorrar y tener armado el plan vital hacia los 35 años.

No pocas veces, llegado a ese punto, se debilita y hasta derrumba el propósito. Lo que parecía tan buena idea a los 20 o 30 años ya parece anticuado e ingenuo a los 36. Esta se convierte entonces la edad propicia para revisar las creencias fundamentales, expandir los horizontes y empoderarse en dirección a las nuevas creencias. Así, los 36 años es cuando se dan los primeros pasos reales hacia la edad adulta.

Aunque es producto de sus investigaciones empíricas, me pareció que la columna de Andrew Fuller podría suscitar reflexiones especialmente en padres que apuran a sus hijos de secundaria a tomar pronto una decisión vocacional, o incluso para universitarios o recién graduados que se angustian por no saber aún lo que quieren, o por descubrir que lo que estudiaron no les llena el alma ni alimenta sus pasiones.

Deben tener paciencia. Vivirán entre 100 y 120 años y están en el primer tercio de sus vidas.

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