El viernes último acabó la segunda legislatura del Congreso, la que sin duda deja un agrio sabor a los peruanos, pues el Poder Legislativo que elegimos en 2021 ha demostrado en los últimos cinco meses bajo el mandato del apepista Alejandro Soto, que no le entran balas, lo que ha llevado a que los llamados “padres de la patria” se quiten las caretas, dejan de lado al menos las formas y se muestren tal como son sabiendo que nada les va a suceder y que tienen asegurados sus puestos hasta julio de 2026.
Los hemos visto cubriéndose las espaldas especialmente en la Comisión de Ética, donde los escandaloso casos de robo de dinero a trabajadores a manos de esa banda de congresistas llamada “los mochasueldos” han sido pasados, en su gran mayoría, por agua tibia. Esta ha sido quizá la vez en que más se ha aplicado la infame frase de “otorongo no come otorongo” que no es de ahora, pero que en los últimos meses se ha puesto muy de manifiesto para indignación de los peruanos.
Flagrantes robos han sido tapados por “oportunas” intervenciones de ciertos congresistas que finalmente lograron que las sanciones queden en llamados de atenciones y multas. Obviamente que todo esto ha estado coordinado entre legisladores de diferentes bancadas para que no pase nada a quienes en su momento fueron señalados como unos viles ladronzuelos del sueldo de los servidores de sus despachos, a los que también habría que criticar por dejarse meter la mano al bolsillo y quedarse callados.
El 2023 ha sido también el año en que se pasó del “nos vamos todos” a “nos quedamos todos”, tras la caída del golpista, inepto y corrupto de Pedro Castillo. No olvidemos que la oportunidad para convocar a nuevas elecciones generales estuvo en el Congreso, pero allí nadie movió un dedo y al final todo sigue igual, aunque claro, quizá de haber elegido a un nuevo Poder Legislativo hoy estaríamos frente a uno peor, si tenemos en cuenta la tendencia que se ve desde hace por lo menos 25 años.
También hemos visto a los “ilustres” congresistas poniéndose de acuerdo para cobrar un bono de 10 mil soles, precisamente cuando la gestión de este poder del Estado es un verdadero desastre. Allí desde la gente de derecha de Renovación Popular y Avanza País, hasta los incendiarios elegidos por Perú Libre y Juntos por el Perú, unieron sus manos para pasar por caja, salvo algunas excepciones. La misma actitud vimos frente al canastón navideño de mil 700 soles. La plata y el blindaje mutuo sí los une. Provecho.