Lo que desde hace varios años es una dura realidad en provincias, ahora lo vive en carne propia la población de la capital. Nos referimos al accionar de pistoleros a sueldo conocidos como sicarios, como los que el domingo último asesinaron al hijo del cuestionado alcalde del distrito de San Juan de Lurigancho a su salida de una discoteca en la mencionada jurisdicción.

Mucho cuidado con que esta modalidad de delito vaya en aumento. La vemos desde hace tiempo en el norte del país y ahora en Lima. Las autoridades policiales tienen una ardua labor para impedir que esto se dé también en el centro, el sur y el oriente. No se puede permitir que nuestro país sea un mercado de asesinos donde se paga 100 o 200 soles a un sicario por la vida de alguien.

Desde hace mucho tiempo tenemos un serio problema de inseguridad en las calles y se han hecho grandes esfuerzos desde la Policía Nacional. Sin embargo, falta atacar el tema de los sicarios y más aún el de los autores intelectuales. Recordemos que en el caso del fotógrafo Luis Choy, ocurrido hace un año, hasta ahora no se sabe quién le pagó al delincuente "Puerto Rico".

Se dijo que era un tema de venta de autos y hasta de celos. Pero hasta al momento no vemos al autor intelectual tras las rejas.

El Perú no puede jactarse de su crecimiento económico ni de su aspiración a ser del Primer Mundo si no logra poner en vereda a delincuentes como los que vemos actuar impunemente. Tenemos "patrulleros inteligentes" y helicópteros nuevos, pero al menos en el tema del sicariato la cosa va en aumento, lo que debe llevar a las autoridades a afinar sus esfuerzos en esta lucha.