La seguridad de una sociedad está en relación directa a los aportes que cada uno de sus integrantes entrega cada día, forjando solidariamente desde el presente, el futuro de una vida plena en paz. Fines de mayo de 1880, el cerco sobre Arica se estrechaba. Por mar, el poder naval chileno se enfrentaba a diario con las defensas peruanas; por tierra el cañoneo cotidiano exigía rendición. “Hasta el último cartucho”, respondimos.

Jorge Basadre escribió que “Bolognesi y sus compañeros están siempre acompañados por un cariño y un respeto espontáneo y multitudinario porque, al inmolarse, le dieron al Perú algo más importante que una lección de estrategia: le dieron símbolos nacionales, aliento misterioso para el alma colectiva. Y es que el dolor puede ser la mayor fuente de júbilo, de reanudación, de tarea nueva”.

Fueron civiles decididos a dar lo que tenían. ¡Demos!, dijeron. Emprendedores, que fuimos llamados empresarios, comerciantes, agricultores, pescadores, bodegueros, artesanos,.., cada hombre y mujer que tejió lo mejor de nuestra nación para darnos por herencia la misión de estar llamados a construir libertad, igualdad, justicia y felicidad. ¡Demos!, decimos.

Tú que lees los apellidos de los caídos como Arias Aragüez, Ayllón, Blondel, Bolognesi, Bustamante, Cervantes, Cornejo, Dávila, Fernández, Inclán, King, Maldonado, Martínez, Sánchez Lagomarsino, La Torre, O´Donovan, Pérez, Pescetto, Salazar, Sánchez, Ureta, Ugarte, Varela, Vernal, Zavala,…, tú que conoces a tantos llamarse así, todos los que, como en Arica en 1868 y en 1877, padecimos de terremotos, de guerras como en 1879, de mil y una crisis, ¿podremos negarnos que una vez, y otra vez, nos hemos recuperado y crecido?.

Que lo escrito por Bolognesi el 4 de junio de 1880: “animo, actividad, confianza y venceremos sin que quepa duda”, sea la frase que anuncie nuestro compromiso por componer la sociedad de todos, con el Estado para todos.

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