Si la próxima votación en el seno de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de la República, resulta como se anuncia, el rechazo a la aprobación del Acuerdo de Escazú (AE), será una completa realidad y con ello, la tranquilidad de los peruanos de ver en riesgo la soberanía nacional.
Son 15 congresistas los que la integran y ya ha trascendido que solo dos bancadas votarían a favor del AE: el Frente Amplio y el Partido Morado; mientras que sería abrumadoramente rechazado por Acción Popular, Frepap, Alianza Para el Progreso, Podemos Perú, Somos Perú, Fuerza Popular y UPP.
Las tendencias en la Comisión reflejan la orientación ideológica que ha polarizado al instrumento y eso ha sido un grave error.
Así, la izquierda y los grupos de centroizquierda o propiamente grupos progresistas o caviares, que han defendido el AE, monopolizando indebidamente los asuntos medioambientales, y los de centroderecha, derecha, ultraderecha y conservadores, que han bregado por su extinción.
Los defensores de Escazú han sido en su mayoría ambientalistas y sus detractores, dominantemente hombres del derecho, una diferencia cualitativa relevante para determinar con veracidad sus ventajas y vulnerabilidades.
Los primeros, extasiados por la caprichosa incorporación y ensanchamiento de los denominados derechos humanos ambientales, que por cierto ya contaban con la Corte Interamericana de DD.HH., y los segundos, preocupados por la profunda e insalvable afectación al Estado al permitir que sea la Corte Internacional de Justicia de la ONU, la que decida por una sentencia -que siempre tiene carácter obligatorio-, enterrando nuestra capacidad soberana sobre todo el territorio nacional, y en consecuencia, volviendo a la Constitución de 1993 -Art. 66 a 69-, una norma jurídica vergonzosamente subordinada a la voluntad de 15 jueces internacionales.
Me preocupa que en nuestro país haya gente sin fuste para comprender el valor de la soberanía, tendiendo a relativizarla. Esta realidad es la consecuencia de haber prescindido de cursos como Educación Cívica, que era clave para la formación de la ciudadanía, y el arraigo al patriotismo. ¡Tenemos que cambiar!