En la semana que termina, César Acuña, el gobernador de la convulsionada y violenta región La Libertad, ha dicho que tiene derecho a descansar y a viajar a donde sus posibilidades económicas se lo permitan, lo cual es absolutamente cierto. Tiene toda la razón. Sin embargo, lo que no se entiende es por qué si no quiere trabajar a tiempo completo en la función pública, para en su lugar agarrar maletas a fin de recorrer el mundo, entonces para qué se mete a postular a un cargo que requiere dedicación permanente.

Y que Acuña no venga con ese floro barato de que lo hace para servir al pueblo que tanto ama, que a estas alturas eso ya no se lo creen ni sus más grandes sobones y ayayeros, a muchos de los cuales da trabajo en sus universidades o pone de candidatos al Congreso o a alguna alcaldía. Trabajar por la gente implica mejorar sus condiciones de vida, y no mantenerla en una región tomada por la extorsión, el sicariato, el robo, ataques con explosivos y secuestros que terminan con amputaciones de dedos o asesinatos.

Debería hacer como su hijo Richard, quien alejado de cualquier cargo público hoy es un feliz personaje de la farándula limeña que cada cierto tiempo puede viajar a tomarse fotos con Lionel Messi sin que nadie lo critique ni le reclame trabajar por los ciudadanos. Esto no sucedía cuando el caballero era uno de los congresistas más faltones y de los que más pedía licencias para poder viajar a Europa a ver y disfrutar los vibrantes partidos del Real Madrid. ¿Lo ven? Sí se puede.

En los últimos dos años ha quedado claro que Acuña padre debería descansar y gozar del dinero que ha hecho en muchos años de trabajo, en lugar de estar al frente de la región La Libertad, que con sus riquezas mineras y el auge de la agroexportación debería estar muy por delante de todas. Es evidente que las sucesivas gestiones de Alianza para el Progreso (APP) nada han aportado a los liberteños, algo que los electores debieron haberse dado cuenta hace mucho tiempo.

Si Acuña sigue con sus descansos y sus viajes, y su región es como hasta ahora el paraíso de la extorsión y el sicariato, es evidente que la gente va a seguir molesta y reclamándole, como lo hizo hace pocos días en el aeropuerto trujillano. Mientras tanto, el elector debería aprender a hacer un mea culpa por votar tantas por el famoso “plata como cancha” y su partido, que han sido la peor que una tragedia para La Libertad. Quiéranse un poco, busquen otras alternativas que de hecho las hay.

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