Es lamentable que el Congreso de medio pelo que tenemos, plagado de gente como “las mochasueldos”, “los niños”, profesores jalados en evaluaciones y tránsfugas de todas las estirpes, esté empeñado en traerse abajo lo poco que se ha avanzado en la dura tarea de ir mejorando poco a poco la calidad de la educación escolar y superior, que sin duda es la única herramienta que tienen muchos peruanos para ser competitivos y salir de la pobreza que arrastran desde varias generaciones atrás.

Primero vimos a nuestros “padres de la patria” dando luz verde a la contratación de profesores que han salido desaprobados en diversas evaluaciones o que simplemente no se presentaron a ellas. En otras palabras, estos docentes de calidad por lo menos dudosa han entrado a la planilla del Estado con derecho a cobrar a perpetuidad un sueldo y luego una pensión, sin pensar en el tipo de formación que van a recibir los niños y jóvenes de la escuela pública. ¿Y la meritocracia? Bien, gracias.

Se entendería que estas contrataciones hayan sido aprobadas por las bancadas plagadas de profesores, varios de ellos desaprobados, que llevaron al Congreso Vladimir Cerrón y Pedro Castillo, este último el ícono por excelencia del docente incapaz a más no poder que se niega a ser evaluado y encima reclama aumentos de sueldo como si fuera el profesional más capacitado. Sin embargo, otros grupos políticos también han votado por este mamarracho tan nocivo para la educación peruana.

Pero no ha sido lo único. Semanas atrás el Congreso ha aprobado la acreditación permanente de las universidades, por lo que ya no serán sometidas a evaluaciones cada cierto tiempo para renovar su vigencia. Con esto deben estar felices esos mercaderes de la educación que han hecho fortunas por ser dueños de casas de estudios de baja calidad que entregan títulos que, lamentablemente para estudiantes y padres de familia, valen muy poco en el mercado laboral. Ojo, esta norma no ha sido observada por el Poder Ejecutivo.

En el primer caso, el de los profesores, estoy seguro que estamos ante populismo barato, frente a un afán por ganar aplausos y quizá los votos de miles de docentes que se están viendo beneficiados con esta patada a la formación de niños y jóvenes. Pero en el asunto de la educación superior, está claro que los lobbys y los intereses económicos de gente que tiene universidades y cuenta con “brazos políticos”, han jugado un nefasto papel, con la lamentable venia del Poder Ejecutivo que ha preferido mirar a otro lado. Todo mal.