El sujeto llamado Luis Fernando Figari Rodrigo ha sido expulsado por la Iglesia Católica del Sodalicio de Vida Cristiana (SVC), entidad religiosa ultraconservadora que fundó a inicios de los años 70 y que por casi 50 años se convirtió en un centro de abusos físicos, sicológicos y sexuales contra sus jóvenes integrantes, según múltiples denuncias que han sido tomadas en cuenta por la Santa Sede para adoptar esta decisión en contra de este personaje que vive en Roma.

Sin embargo, más allá de la “sanción divina” que se la ha impuesto, acá lo que falta es que como todo acusado de abusos, responda ante el Ministerio Público y más tarde ante el Poder Judicial para que de ser hallado culpable, pague con cárcel y una reparación civil a todos los afectados, muchos de los cuales han dado, con nombre, apellido y sus rostros expuestos, testimonios de las atrocidades que habrían cometido Figari Rodrigo y muchos de su entorno que hoy también gozan de libertad.

De momento, el castigo impuesto al fundador del SVC es apenas un logro pírrico para sus víctimas y la sociedad, pues la expulsión se da después de casi 20 años de formuladas las primeras denuncias de abuso contra Figari y compañía; y sobre todo porque no hay mayores indicios de que los sindicados en las acusaciones vayan a ser sometidos a la justicia peruana, pues el caso no ha pasado de ser investigado por el Ministerio Público, que tendría que actuar con mayor celeridad.

Todos somos iguales ante la ley. Los abusos y monstruosidades no se castigan con oraciones, penitencias, retiros, momentos de reflexión, golpes de pecho, autoflagelaciones ni exilios como el que vive Figari desde hace varios años en Roma por disposición de la propia Iglesia Católica que hoy lo castiga, sino con la aplicación del Código Penal y en encierro en una cárcel en caso así lo determine un juez. También con una reparación civil en favor de las víctimas que no son pocas.

Queda a los ciudadanos estar atentos y exigir que la justicia que está en manos de fiscales y jueces, actúe de una vez con profesionalismo contra las personas señaladas desde hace muchos años, y que hasta ahora gozan de total impunidad. Por su propio bien, la Iglesia Católica debería ser la primera interesada en que esto suceda. Si han echado a Figari, es porque hay cosas oscuras en su contra, tal como lo han venido expresando los denunciantes. Y si es así, ¿por qué lo mantienen en Roma?