En realidad no debería sorprender mucho que haya salido a la luz que la tesis doctoral del aún presidente del Congreso, Alejandro Soto, tenga un porcentaje vergonzante de plagio, tal como lo ha denunciado el martes último el medio digital Infobae, que se ha dado el trabajo de someter la “investigación” del abogado y legislador cusqueño al programa Turnitin, que se usa en todo el mundo para detectar a ladrones del trabajo intelectual de otras personas.

Tengamos en cuenta que desde que asumió el cargo hace poco más de un mes, no ha habido semana en que no se conozca algún hecho oscuro relacionado a Soto. Primero fue el haberle dado empleo a la hermana de la madre de su hijo, luego la construcción de un inmueble en Cusco pese a las restricciones, la labor de “trolls” que cumplían los trabajadores de su despacho que además pagaban publicidad con su plata y hasta los llamados a la violencia que hacía a través del medio en el que tenía un programa.

Algo grave también ha sido el caso de la prescripción que Soto logró en un proceso por estafa que tenía en su contra tras la venta de un terreno, gracias a una ley por la que él mismo voto. Inicialmente trató de negar que se haya valido de esa norma para salir librado de ese proceso judicial en el que tenía las de perder, pero más tarde se demostró que estaba mintiendo. Sí, este es el presidente del Congreso de la República del Perú gracias a un acuerdo político entre diversas bancadas.

Lo último ha sido lo del plagio de la tesis aprobada por la Universidad Nacional San Antonio Abad, algo que no debería llamar la atención si se tiene en cuenta que Soto es miembro de la bancada de Alianza para el Progreso (APP), el partido de César Acuña, quien años atrás se apropió del contenido completo de un libro escrito por otra persona, y es el dueño de la casa de estudios que dio el título de magíster al ahora recluso Pedro Castillo, a pesar del evidente y grotesco “copia y pega” de su “investigación”.

Queda claro que este señor no debe permanecer en la Presidencia del Congreso ni un día más. Si ya teníamos bastante con la manga de impresentables que allí habitan, entre los que figuran “niños”, “mochasueldos”, investigados por terrorismo y hasta una señora que “trabajaba” desde Miami, desde fines de julio último se ha sumado este caballero, que llegado a aportar al desprestigio de una institución que está por los suelos por responsabilidad no solo de Soto o de Acuña, sino también de los legisladores que los sostienen.

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