La pregunta que flota en la política trujillana en estas semanas es: ¿cuánto tiempo durará Arturo Fernández en el cargo de alcalde? Como es sabido, Fernández tiene una sentencia en primera instancia por haber difamado a una policía. Si el Poder Judicial confirma dicha sentencia en segunda instancia, la mesa queda servida para que el concejo provincial de Trujillo apruebe la vacancia del alcalde. A sabiendas de esta situación delicada, Fernández ha contratado al expresidente de la Corte Suprema, Duberlí Rodríguez.

Pero esto no es el único tema conflictivo que se cierne sobre el pintoresco alcalde de Trujillo y su estabilidad política. El concejo trujillano está a punto de discutir un pedido de suspensión en su contra por 90 días. Esto obedece a un agravio que emitió Arturo Fernández contra un regidor del pleno, de quien aludió irrespetuosamente a su esposa para cuestionarlo.

Fernández ha perdido mayoría en el concejo de Trujillo, una situación que lo pone contra las cuerdas en estos menesteres. Su suspensión parece ser inminente, según lo dicho por el mismo regidor renunciante, quien remarcó que ya tienen los votos para lograr la sanción.

Pero además de estos casos que lo tienen contra las cuerdas, el alcalde de Trujillo transita de tumbo en tumbo por los primeros meses de su gestión. Encaramado en discusiones con otras autoridades, con trabajadores, periodistas y hasta ciudadanos. Su salud mental es ya un asunto de interés público, y por ende un fallo judicial lo está obligando a someterse a una pericia psicológica.

Es decir, estamos ante un caso inaudito en la historia municipal, una historia tremenda que podría tener un desenlace prematuro, según lo visto.


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