El sortilegio del viernes 13 parecía cernirse como huaico oscuro en el mundo selectivo, privilegiado y paralelo de los Humala Heredia, aquel en el que pueden arreglar todo según su interés. La Primera Dama debió reconocer la propiedad de las agendas presentadas por Panorama y con ello dio un giro en la teleserie que entretiene la escena política. Cuatro meses de negativas, de ella y del primer cónyuge de la Nación, pasaron a la historia del cinismo o de la impostura. De un día para otro, con el fin de impedir el peritaje dispuesto por el Ministerio Público, ella prefirió admitir que las agendas son suyas, dejando atrás lo que antes dijo al país, a los medios y a los magistrados y congresistas que la investigaron. ¿Mintió antes o miente ahora? No sabemos, pero la contradicción fundamental permanece agravada porque el Mandatario tendría anotaciones en dichas agendas. Si piensan sacarlas de la litis por sustracción ilegal de su domicilio, no será suficiente. La información que contienen puede ser autonomizada, y de hecho lo será para la Fiscalía de Lavado de Activos. El viernes 13 los perseguirá y la encantadora sonrisa de Heredia no impedirá que se concrete el peritaje, pues han reconocido cuatro agendas, pero no varios escritos. Y les llueve sobre mojado, pues el mismo MP ha iniciado el trámite para levantar la inmunidad al Presidente, también denunciado por lavado de activos. La Comisión Permanente del Congreso y la Fiscalía de la Nación deberán pronunciarse. Humala fue denunciado por el abogado Carlos Huerta Escate por los aportes al Partido Nacionalista entre 2006 y 2011, y también por el dinero recibido de empresas brasileñas según dos colaboradores eficaces. El titular de la Comisión de Fiscalización, Gustavo Rondón, ha pedido celeridad. Entiende que las autoridades de más alto rango deben dar ejemplo de contribuir con las investigaciones. También está la usurpación de funciones de Heredia con la contundente declaración de Omar Chehade y la del expremier César Villanueva, quien considera que no hubo usurpación de funciones sino “cesión de poder” del Presidente a su esposa. Más grave aún.

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