Así como subrayamos sus errores, hay que admitir que el presidente Martín Vizcarra ha aprendido -de manera intensiva- a ganarse puntos con la población, utilizando frases o gestando alguna acción a veces de corte popular. No en balde su aprobación ciudadana continúa por encima del 50%, y con la implacable Covid-19 encima.  

Pruebas al canto. Ayer, al celebrarse el Día del Niño en nuestro país, desplegó en sus redes sociales el siguiente mensaje de su puño y letra: “Queridos niños y niñas, gracias por su permanente aliento, estoy seguro (de) que con su apoyo saldremos adelante”. ¿Cuál es la connotación o el entre líneas de este saludo? Tratar de conseguir la benevolencia o el afecto de la “chiquititud”. Y en estos tiempos, la opinión de los menores importa.

El mismo 28 de julio, en el mensaje a la Nación por Fiestas Patrias, el lead persiguió el mismo cometido, adosado al congraciamiento ya en términos generales: “Pido al país que se una a nosotros en un minuto de silencio para honrar a los peruanos y peruanas que partieron a consecuencia de la pandemia”. 

Recordemos además que, al inicio de la crisis sanitaria por el coronavirus, se mandó una frase de antología: “Nos alejamos ahora para abrazarnos después”. Lamentablemente, por obra y gracia de la abulia e irresponsabilidad de buena parte de compatriotas, aun no podemos acercarnos ni a un metro y resulta imperativo refugiarnos en el beso volado o los cariños virtuales.

De seguro este modus operandi palaciego deviene, en gran medida, de los Consejos de Ministros, sus hombres de confianza, pero también del consejo casero y pedagógico de Maribel Díaz, su esposa, “educadora por esencia y profesión”, como describe la primera dama en su perfil. Vizcarra se irá el 28 de julio de 2021 con todas las manías de la política asimiladas.