Contra viento y marea, el dictador venezolano Nicolás Maduro se salió con la suya y asumió el mando de su devastado país, por lo que sería bueno preguntarnos qué viene ahora, qué más se puede hacer para sacar del poder a este impresentable, a su camarilla chavista y a todos esos incondicionales que están enquistados en las Fuerzas Armadas y el aparato estatal que en algún momento, cuando vuelva la democracia, tendrá que ser fumigado y desratizado por completo.
El rechazo mundial casi unánime que ha convertido a Maduro en un apestado internacional y los esfuerzos de la oposición personificada en el legítimo presidente Edmundo González Urrutia, y María Corina Machado, no han alcanzado para torcerle el brazo al régimen que digan lo que digan, sigue vivito y coleando para felicidad de izquierdistas cavernarios como lo que tenemos en el Perú, que llaman “dictador” a Alberto Fujimori, cuando éste es un bebé lactante si lo comparamos con el cabecilla actual del chavismo.
Lamentablemente, hoy lunes todo seguirá igual en Venezuela, con Maduro en el poder rodeado de su séquito de chavistas rabiosos, civiles y militares, mientras la gente continuará con la idea de migrar, con la seguridad de que aunque sea vender caramelos con sus hijos en brazos en la esquina de una calle de Lima, Bogotá o Santiago es mejor que seguir bajo las botas de una dictadura hambreadora que no les permite comprar comida en cantidades dignas ni implementos básicos para el aseo personal.
Va quedando más o menos claro que para acabar con el chavismo, el propio pueblo venezolano tendrá que salir a las calles para derrocar por la fuerza a sus verdugos. Sin embargo, movilizaciones de ese tipo, con la fuerza y contundencia necesarias para obtener el resultado que el mundo espera, no se ven en el horizonte al menos cercano de un país donde la gente prefiere migrar, salvo la señora Machado y algunos otros pocos que todos los días se juegan la vida.
No olvidemos que esta tragedia sin final que vive Venezuela, comenzó hace 25 años con la llegada al poder de un farsante y aventurero como Hugo Chávez, que a grito pelado prometía a los incautos un paraíso socialista, para finalmente convertir a su antes rico país es un territorio destruido y saqueado por gobernantes delincuentes, y donde la democracia y la libertad son apenas lejanos recuerdos que podrían tardar muchos años en volver. Miren a Cuba. Lleva 66 años y seguimos contando.