“Nada escapa a la influencia del tiempo”, reza una famosa frase meteorológica, y como lo hemos estado diciendo en este diario por más de seis años, el clima y su predicción influyen en las actividades de la sociedad y por ende en las familias.
La ciencia está para ayudarnos. Por eso el hombre la crea. Sin embargo, hoy nos confunden. Por un lado tenemos la ciencia, pero por otro está la “convenciencia”, que la “ciencia” que conviene a algunos.
La Corriente de El Niño, fenómenos El Niño, La Niña, Niño internacional, Niño Modoki, Niño Canónico, Niño Godzila y Niño Andino son algunas de las denominaciones que se usan. Hace poco crearon uno más: el Niño Costero. Y ahora dicen que nos amenaza La Nueva Niña Costera. A esto inclúyanles sus categorías: neutro, débil, moderado, fuerte, extraordinario. ¿Cuándo tendremos un verano “normal”?
Ojo que, a nivel internacional, el Estudio Regional Fenómeno El Niño (ERFEN) -del que se desprende el Estudio Nacional Fenómeno El Niño (ENFEN)- no ha sido adoptado estos términos, pese a que su intención era homogenizar información sobre el tema en esta parte del Pacífico.
Cuando la sociedad confundida reacciona y pregunta ¿por qué tantos fenómenos?, suelen decirle que todo es causado por el “calentamiento global” o por “el cambio climático”. Hasta he escuchado decir como excusa que “la ciencia también se equivoca”.
No nos preocupemos por el nombre que tenga. Lo más importante es salvar vidas, aprovechar el agua en su máxima expresión y mitigar con mayor precisión los efectos de la madre naturaleza. Esto es mucho más difícil que bautizar y rebautizar fenómenos, manoseados por algunos que lo que hacen al final es confundir a la sociedad y a los inversionistas. Y no estamos para eso, menos desde el teletrabajo.