Es evidente que el estado de emergencia y la mayor presencia de militares y policías en algunas provincias de la sierra de la región La Libertad no está dando los resultados esperados, pues las bandas armadas de delincuentes ligados a la minería ilegal y quizá también el narcotráfico, siguen actuando con total impunidad, como quedó demostrado el jueves pasado con un nuevo ataque a minera Poderosa, en que hubo heridos y gente retenida por los maleantes.

El estado de emergencia no ha llevado a que vuelva la calma y tranquilidad a esta zona rica en minerales. Al contrario. Hoy los delincuentes que usan armas de guerra, actúan con absoluta libertad para cometer sus fechorías y de paso desalentar la actividad minera forma y regulada por el Estado que deja millonarios recursos al país y a la región. La criminalidad está matando a la gallina de los huevos de oro, pero en Palacio de Gobierno y el Ministerio del Interior parecen no darse cuenta.

Si minera Poderosa ya ha sido atacada varias veces, ha perdido a 17 trabajadores y ha suspendido operaciones por la voladura de torres de alta tensión, se supone que la Policía Nacional y el Ejército deberían prestar mucha atención a lo que pueda suceder en sus instalaciones. Sin embargo, el último ataque armado demuestra que no es así. Entonces, si los uniformados no vigilan lo que deberían vigilar y garantizar la seguridad en zonas que todos sabemos que son vulnerables, ¿para que están allí?

La presidente Dina Boluarte y cinco ministros han estado hace 15 días en China tratando de atraer inversionistas, que es lo que necesita el país. Nadie en su sano juicio puede oponerse a eso, salvo, quizá, la izquierda antiminera y cavernaria que ya comenzó a hacer show porque se aproximan las elecciones. No obstante, cómo se va a pedir a los extranjeros que vengan si el Estado no es capaz, con sus militares y policías, de garantizar la seguridad de sus operaciones y la de sus trabajadores.

Es urgente replantear lo que se ha hecho hasta ahora en la sierra de La Libertad, pues no se están dando los resultados esperados. Si algo falla, debe ser reevaluado y cambiado. No se puede insistir en una “estrategia” que al parecer provoca risas en los criminales ligados a la minería informal que la izquierda no combate como sí lo hace con la formal, pues actúan con total frescura sabiendo que nada les va a pasar. Señora presidenta Boluarte, cómprese el pleito y póngase al frente de la lucha contra la criminalidad en esa rica zona minera.