En los últimos días, diferentes expertos han señalado que los datos del Gobierno respecto a la toma de muestras no son significativos y mucho menos real, lo cual dificulta una adecuada evaluación sobre el avance del COVID-19 en el país.

Tras analizar el desarrollo -entre el 9 y 25 de abril- de la toma de pruebas moleculares y serológicas o rápidas, Correo identificó que la cantidad de test aplicados por cada uno de los dos tipos que emplea el Minsa, no solo no es uniforme, sino que también carece de un avance progresivo de alcance.

Además, dada la alta posibilidad de que los test rápidos puedan dar falsos negativos, las cifras reportadas no podrían ser utilizadas como insumo para la elaboración de una estimación sobre el estado del virus a nivel nacional.

Las pruebas rápidas representan entre el 70 y 75% del total de los test que se aplican en el Perú, según la observación hecha por este diario (Ver infografía).

Además, la información brindada por el Gobierno no permite identificar con exactitud la cantidad que se aplica en cada región.

DIFERENCIAS

El pasado 9 de abril, el Estado informó que hasta esa fecha, la cantidad de personas que se sometieron a una prueba molecular fue de 1,155, mientras que quienes aplicaron para un test rápido eran 7,711.

El 20 de este mes se indicó que 1,328 personas pasaron por el test molecular y 2,938, por la prueba rápida; mientras que ayer se reportó a 1,900 para el primer tipo de descarte y más de 17 mil para el segundo tipo.

Estos cambios en las muestras recolectadas por el Ministerio de Salud indican una aplicación desigual en la toma de estos test, ya sea por la cantidad disponible en la región o por el registro tardío en la sumatoria total que puede hacer el Ejecutivo, que contempla un corte cada día a las 3 de la tarde.

Es decir, no tener una muestra uniforme no solo confabula con una estrategia de confinamiento sino que además impide que se pueda vislumbrar claramente el pico de la enfermedad y su avance en el tiempo.

OBSERVACIÓN

Al respecto, el exjefe del Instituto Nacional de Salud (INS) Ernesto Bustamante cuestionó la eficacia de la estrategia del Minsa en la detección oportuna de infectados por COVID-19 ante el incremento en el uso de pruebas rápidas en los últimos días.

“(La variación afecta) muchísimo. Estamos midiendo papas y luego camotes, y luego sumamos todo. No es lo mismo un positivo a una prueba serológica, a un positivo de la prueba molecular. Se miden dos cosas diferentes, pues una mide el virus y otro los anticuerpos contra el virus que aparecen mucho después. Luego, sumar los resultados es mala paxis científica. Eso no se hace”, señaló.

Sobre la forma en que el Minsa procesa luego de la información, opinó que “uno suma para obtener data la cual pueda proyectar y tomar decisiones como cuándo se levanta la cuarentena o si estamos golpeando la curva. Pero si la data es mala, entonces, cualquier conexión que hagamos será mala”.

Según explicó, dado que un test rápido detecta un caso “positivo por la vía de los anticuerpos” cuando han transcurrido entre 10 a 15 días desde la infección, la detección es tardía y el virus ya se propagó.

“No sé de dónde han sacado la idea que una prueba es equivalente a la otra. Es como decir que es igual comer carne que comer piedra”, aseveró.