La vocación, inclinación hacia nuestra profesión docente, es asumir el compromiso de la formación de la especie humana y que la sociedad entrega, confía en las personas preparadas para esa noble misión: el desarrollo educativo de la persona. Así, según el Ministerio de Educación, actualmente, existen 576,275 maestros para más de 6 millones de estudiantes, las cifras reflejan desafíos permanentes en la importancia estratégica de la profesión docente en la sociedad peruana.
Virgilio Holguín, director de la Escuela Profesional de Educación de la Universidad Cayetano Heredia, destaca que la labor de los docentes va más allá de la transmisión o construcción de conocimientos, pues impacta, directamente, en la formación integral de las futuras generaciones, en sus familias, las instituciones y otros espacios de socialización. Así, agrega que el docente incide en la formación de ciudadanos críticos, éticos y capacitados para contribuir al desarrollo de una sociedad que valora a sus integrantes, tiene una visión compartida, son diferentes, pero hay un objetivo común de crecimiento social, económico, político, laboral, moral, etc.
“Entendamos que los años escolares de los niños no solo amplían las perspectivas de los estudiantes, sino que también fortalecen su conocimiento, confianza y pasión por el aprendizaje continuo, gracias al papel fundamental del docente. La emoción de descubrir y comprender conceptos, sencillos y complejos va preparando a los niños en la vida misma, de exploración intelectual y crecimiento personal, y esta escolaridad debe estar acompañada de maestros de calidez y calidad humana e intelectual”, agrega.
En esa línea, el especialista destaca que los maestros juegan un papel fundamental, desde su plano vocacional; por ello, deben revisar, sobre todo, los derechos del niño, el código del menor y del adolescente, la filosofía de la educación, la ética en nuestra vocación o servicio en favor de la infancia y adolescencia. Además, sostiene que, al fomentar valores cívicos, pensamiento crítico y habilidades de resolución de problemas, se contribuye a fortalecer los lazos comunitarios y a construir una base sólida para el desarrollo social inclusivo.
“Los docentes desempeñan un papel crucial como promotores del cambio y la innovación en la cultura, sociedad, economía, moral y ética. Sus capacidades para inspirar y motivar a los estudiantes, hacia diversas disciplinas científicas, el arte o deporte desarrollando la inteligencia natural y artificial, es fundamental para cultivar habilidades en las futuras generaciones de innovadores y emprendedores, con bases morales y éticas”, señala.
Así, el director sostiene que la vocación y su relación con la buena educación es primordial para la especie humana en el desarrollo personal y educativo de los individuos y colectivos. Por ello, el Estado y su estructura deben estar al servicio de la humanidad, desarrollando una escuela que ayude al crecimiento humano, moral y ético de sus ciudadanos en formación, desarrollando la confianza y pasión necesarias para seguir aprendiendo y creciendo a lo largo de sus vidas, y, sobre todo, valorando a sus maestros de vocación.