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El pasado 21 de mayo se recordó 65 años desde que un sismo de gran magnitud dejó en escombros la Ciudad Imperial, además de cobrar vidas humanas, con un considerable número de damnificados y donde la parte más afectada fue el Centro Histórico lo que obligó a variar con el tiempo y las refacciones, su arquitectura, su vida social, para superar las secuelas que hasta en estos tiempos se perciben.

Tarde Oscura. Cusco empezaba a vivir los primeros meses de la segunda mitad del siglo XX y se alistaba los preparativos para la realización de la Fiesta del Sol, en sus primeras versiones, en un domingo aparentemente tranquilo, con tarde de fútbol incluida, hasta que a promediar las 13:39 horas, un fuerte movimiento telúrico remeció la tierra generando fisuras en las calles y vías. 

Las más dañadas fueron las avenidas El Sol y Pardo (hoy Paseo de los Héroes), registros históricos afirman que el movimiento duró apenas seis segundos, otros dicen que fueron 12 , tiempo suficiente para derribar el 50% de viviendas, en su mayoría de adobe, que se volvieron inhabitables, y las estructuras de los monumentos arquitectónicos de los templos e iglesias, la que originó una inmensa polvareda que dejó a oscuras la ciudad que gozaba de una tarde de brillo solar.

Los primeros reportes confirmaban que la magnitud del terremoto fue de 7.7 grados Richter, que dejó sin techo a miles de personas, los habitantes en su desesperación ocuparon plazas y parques muchos incluso, por el miedo, decidieron migrar a otras regiones. Pues hasta antes del lamentable acontecimiento se habían registrado ocho temblores de considerable intensidad.

La catástrofe. Las informaciones sobre la destrucción variaban acorde avanzaba las horas, en un primer momento, La Crónica anunció que habían 33 casas destruidas y 36 el número de muertos. El Comercio, tres días después, publicó que eran 59 los muertos de los cuales tres en el distrito de San Sebastián, otras fuentes daban cuenta que sumaban 86 las víctimas, finalmente el informe Kubler enviada por la Unesco aproxima a 100 las muertes y 200 heridos, este informe detalla además que fueron destruidas 3 mil viviendas, sólo mil 200 podrían ser habitadas, con lo que 40 mil habitantes se quedaron en la intemperie.

Éxodo. Se calcula también que por lo menos 20 mil cusqueños abandonaron la región hacia otras latitudes. Pues el temor de volver a pasar una experiencia igual , generó una especie de histeria colectiva que los obligó abandonar la ciudad, la que días posteriores, al terremoto, no dejaba de temblar, amenazando a las casas que aún quedaban en pie.

Sin duda las edificaciones más dañadas fueron de los templos coloniales donde se perdieron objetos de incalculable valor como lienzos y otras reliquias religiosas se estropearon, donde los más dañados resultaron, La Compañía, Santo Domingo y el templo de Belén.

Ante los efectos y su repercusión a nivel internacional, el presidente de la Junta Militar, Manuel Odría, verificó los daños in situ y comprometió millones de soles (de la época) para la reconstrucción de la ciudad dinero que no llegó del todo.

A partir de entonces los palos y durmientes se apoderaron del paisaje del Centro Histórico, escenas que hoy en día aún se observan

Centro Histórico. El sector más afectado de la ciudad sin duda fue el Centro Histórico que de acuerdo al arquitecto, Erwic Flores Caparó, docente de la Universidad Nacional de San Antonio Abad de Cusco, se dieron muchos desfases en el periodo de reconstrucción. 

"“No fue un periodo continuo, hubieron desfases, las acciones hechas por el presidente Odría no se concluyeron, el dinero ofrecido no llegó en su totalidad”, citó el especialista. “No se llegaron a intervenir apropiadamente ni un tercio de las casas colapsadas, lo que se hizo fue actuar, no con el afán de reconstruir sino de demoler para realizar nuevas construcciones de acuerdo a conveniencias particulares, faltó concienciación en la conservación del Centro Histórico"”, agregó. 

En relación a los monumentos arquitectónicos como los templos y conventos coloniales, refirió que pese de no existir en los 50, especialistas en patrimonio se actuó con buen criterio, hasta la intervención de la Unesco, 14 años después del terremoto. "“El sismo de 1986 de regular magnitud, sirvió como termómetro para medir las estructuras reconstruidas después de 1950, tuve la oportunidad de observar en la Compañía de Jesús, los recintos de metal que se colocaron",” concluyó.

Indiferencia. A su turno el jefe regional del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) Cusco , Gustavo Infantas, refirió que ante la posibilidad a que la región sufriera un sismo de magnitudes similares a la de 1950 , sólo el 40% de la población se encontraría preparada, para tal evento y lamentó la poca disponibilidad de los funcionarios del Gobierno Regional y de los alcaldes quienes no asistieron a la reunión de coordinación para el simulacro nacional de sismo programado para este viernes.

Finalmente Infantas, informó que en la ciudad, según el último catastro son 36 mil casas hechas de adobe las que serían las más vulnerables en caso de un terremoto.