La situación se agrava aún más al revelar que la violencia está más cerca de lo que se cree, pues casi la mitad de los sentenciados por estos delitos eran familiares cercanos de las víctimas, de acuerdo al Ministerio Público.
La situación se agrava aún más al revelar que la violencia está más cerca de lo que se cree, pues casi la mitad de los sentenciados por estos delitos eran familiares cercanos de las víctimas, de acuerdo al Ministerio Público.

En lo que va del año, más de 18 mil menores de 17 años han sufrido violencia sexual, según el programa Aurora del Ministerio de Mujer. La situación se agrava aún más al revelar que la violencia está más cerca de lo que se cree, pues casi la mitad de los sentenciados por estos delitos eran familiares cercanos de las víctimas, de acuerdo al Ministerio Público.

“Los menores están expuestos a la violencia sexual incluso en lugares que deberían ser espacios seguros, como el hogar o la escuela. Por ello, debemos enseñarles cómo cuidar de sí mismos e identificar qué conductas no son apropiadas, así como mencionarles de qué forma deben comunicar cuando sientan miedo o se sientan incómodos con otras personas. Este conocimiento no solo los empodera, sino que también contribuye a que futuras generaciones no ejerzan violencia”, detalla Alesia Lund, autora del libro ¿Qué más necesito saber?, una guía de educación sexual integral para adolescentes.

Según el Ministerio Público, nueve de cada diez menores de edad afectados por violencia sexual tienen entre 7 y 13 años, con un predominio de víctimas femeninas, que representan el 93.5% de los casos. Como menciona Lund, los lugares donde ocurre esta violencia reflejan la situación crítica: el 33% de los incidentes suceden en viviendas donde tanto el agresor como la víctima conviven, mientras que el 9.4% ocurre en espacios públicos como carreteras o zonas desoladas.

En vista de esta problemática que atañe a los menores, la creadora del proyecto de Educación Sexual Integral “Emma y yo” brinda recomendaciones para hablar con los niños y adolescentes sobre los casos de violencia y de qué forma comunicar cuando nos sintamos en peligro.

  • Nombra las cosas por su nombre: Enséñales a identificar y nombrar todas las partes de su cuerpo, incluidas las zonas íntimas, sin usar apodos ni eufemismos. Esto les ayudará a reconocer su cuerpo, entender que es suyo y saber cuándo algo no está bien. Recuérdales que nadie tiene derecho a tocar su cuerpo sin su consentimiento.
  • Enséñales a reconocer situaciones peligrosas: Explícales que hay momentos o comportamientos que pueden ser una señal de alarma, como si alguien les pide que mantengan un secreto incómodo, les hace sentir miedo o intenta aislarlos de otros adultos de confianza. Dales ejemplos concretos de cómo podrían reaccionar en estas situaciones y a quién recurrir.
  • Aborda la violencia como un problema social aprendido: Explícales que la violencia no tiene justificación y que quienes la ejercen eligen hacerlo. Esto los ayudará a identificar comportamientos inapropiados y entender que denunciar es un acto de valentía que puede prevenir futuros daños.
  • Prepáralos para el mundo digital: Habla sobre los riesgos del entorno virtual, como el ciberacoso o los intentos de contacto inapropiado. Explícales que nunca deben compartir información personal ni aceptar mensajes de desconocidos y que siempre deben contarte si algo en línea les hace sentir incómodos o inseguros.

“Hablar de violencia con nuestros hijos es un paso fundamental para brindarles las herramientas necesarias que los ayuden a identificar y comunicar situaciones de peligro. Al hacerlo, no solo los protegemos, sino que les enseñamos a confiar en su intuición y en los adultos que los rodean. Proteger a nuestros niños es nuestra responsabilidad, y enseñarles a comunicar lo que sienten o lo que les preocupa es el primer paso hacia un futuro más seguro para ellos”, informa la autora.

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