La noche del lunes, Martín Vizcarra ofreció al país un tranquilo mensaje de despedida en el que aceptó la decisión del Congreso de vacarlo y abandonó Palacio de Gobierno para regresar a su casa.
Pero al día siguiente (ayer), ya recuperado de la intensa jornada anterior, el expresidente cambió el tono y aseveró que sentía preocupación porque -a su juicio- el nuevo jefe de Estado, Manuel Merino de Lama, carecía de legalidad y legitimidad.
“Respecto a la juramentación del señor Merino (tengo que)manifestar (....) mi preocupación por el Perú”, dijo a los reporteros en la puerta de su domicilio, en San Isidro.
“Para poder ejercer su autoridad -continuó- se necesitan dos principios básicos: necesita legalidad y legitimidad. La legalidad está en tela de juicio porque el Tribunal Constitucional no se ha manifestado. Y la legitimidad, ¿quién la da? La legitimidad la da el pueblo. Entonces, una autoridad que no tiene legalidad definida ni legitimidad de respaldo, entonces genera preocupación”.
“Soy un peruano más y manifiesto un sentimiento de preocupación”, añadió el exmandatario.
Se refirió luego a las protestas que ayer se desarrollaron en Lima y varias ciudades del interior y manifestó que las respeta como el derecho de la población a expresar sus puntos de vista.
En cuanto a los chats difundidos la noche del domingo, que daban cuenta de una presunta cercanía con el exministro José Manuel Hernández, aseveró que no considera un amigo al extitular de Agricultura y sostuvo que la familiaridad del trato entre los dos es producto de una “larga relación laboral y profesional” de varios años.
Nuevo comienzo. En su primer día como expresidente, Vizcarra visitó a su abogado, Fernando Ugaz, por las investigaciones que la Fiscalía lle abrió.
Comentó luego que no va a iniciar acciones legales para apelar la vacancia, al menos “no personalmente”.
En ese sentido, afirmó que volverá a sus actividades profesionales como ingeniero civil.
En un momento de sus declaraciones, le recomendó a los periodistas buscar “otras noticias” sobre otros personajes porque, remarcó, “ahora soy un simple ciudadano”.
Afable como es usual, el ingeniero moqueguano vestía jeans azules y una informal camisa blanca a rayas y mangas cortas.