Un diplomático en el fango de la política peruana. Infografía: Diario Correo
Un diplomático en el fango de la política peruana. Infografía: Diario Correo

El diplomático peruano no solo será recordado por su papel como intermediario en su terca búsqueda de la paz mundial, sino también por su participación en la política al intentar convertirse en presidente de la República en 1995.

Candidato. Con un breve discurso, el embajador Pérez de Cuéllar anunció su candidatura por el partido Unión por el Perú (UPP). Tres fueron sus ideas fuerza de campaña: la continuidad de la política de pacificación hasta la derrota total del terrorismo, la defensa de la economía de mercado y más trabajo.

Alberto Fujimori, su rival, tenía una imagen dañada por el autogolpe de 1992, sin embargo logró imponerse en departamentos y provincias, así como en los barrios más pobres de Lima.

Después de seis agitados meses de campaña, los comicios se desarrollaron en un escenario donde no se registraron apagones y con un Sendero Luminoso que tenía a su líder Abimael Guzmán encarcelado.

Estos puntos sumaron a favor de Fujimori, que terminó con un 64.4% de respaldo, frente a un 21.7% de apoyo al diplomático.

Cinco año después, el embajador retornaría a la política, pero esta vez como ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de transición de Valentín Paniagua. Como Canciller, función que también desempeñó, se encargó de la reinserción del Perú en la comunidad internacional e impulsó la Carta Democrática en la Cumbre Interamericana de Quebec. Esto además de desempeñar otras funciones (Ver infografía).

Experiencia. La excongresista Anel Townsend evoca con mucho cariño a Javier Pérez de Cuéllar y recuerda la oportunidad en que pudo trabajar con él en 1994 durante su campaña.

En diálogo con Correo, cuenta que renunció a su trabajo como periodista para unirse a la oficina de comunicaciones del diplomático en su intento por llegar al sillón presidencial.

“Recuerdo que fue una campaña muy dura. Don Javier fue una persona con fortaleza y serenidad a pesar de que todo fue muy difícil”, refiere.

Ello en alusión a las amenazas que recibieron en sus locales partidarios, las intervenciones telefónicas y los rastreos de sus mensajes de fax que tenían que enviar de provincia a Lima durante el recorrido de su campaña presidencial, para ser distribuidos en medios. Todo de parte del gobierno de Fujimori.

No olvida que durante un viaje a Huancavelica, pudo notar la puntualidad de Pérez de Cuéllar, pues este casi se va del lugar con toda la comitiva ante la demora de la comunicadora.

“Vamos a hacer que arranque el bus para que Anel corra”, comenta.

Fortaleza. La exparlamentaria califica al embajador como una persona educada, sencilla, con principios, que no se enoja nunca y con mucho sentido del humor.

Sobre este último punto, Townsend refiere que cada vez que iban a un mercado en campaña, donde el embajador comía sopa y queso, siempre bromeaba sobre una operación al corazón a la que se sometió, por lo que, decía, había pasado por “reingeniería”.

También recuerda que recibió “muy sereno” los resultados presidenciales y le dijo que tenía el compromiso de “seguir batallando por la democracia”. La última que lo visitó fue hace un par de años, donde charlaron y comprobó que aún mantenía su preocupación por la realidad nacional.

Mérito

El diplomático Allan Wagner, destacó que Javier Pérez de Cuéllar fue reelegido en el cargo de secretario general de la ONU. “Él no candidateó, fue elegido sin haber postulado, fue requerido por sus méritos”, dijo a Radio Nacional.

Resaltó que logró ganarse la confianza de los países miembros del Consejo de Seguridad.

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