Estudios confirman que una paternidad activa desde los primeros días mejora el desarrollo cognitivo, la convivencia familiar y promueve relaciones más igualitarias.
Estudios confirman que una paternidad activa desde los primeros días mejora el desarrollo cognitivo, la convivencia familiar y promueve relaciones más igualitarias.

La participación activa de los padres desde los primeros días de vida del bebé tiene un impacto positivo en el desarrollo infantil y en la construcción de relaciones familiares más equitativas. Así lo señalan organismos internacionales como UNICEF, que promueve la crianza compartida como herramienta clave para lograr vínculos saludables y duraderos entre padres e hijos.

Un estudio conjunto del King’s College London y la Universidad de Oxford evidenció que los niños cuyos padres se involucran desde los primeros meses presentan mejores habilidades cognitivas, especialmente en áreas como el lenguaje, la atención y la resolución de problemas. Además, crecen con actitudes más igualitarias frente a los roles de género.

“La crianza en equipo no significa repartir todo por mitades exactas, sino asumir las responsabilidades según las fortalezas de cada uno. Lo importante es el equilibrio y la constancia emocional”, afirma la psicóloga clínica Kristell Pacheco.

El impacto emocional de una paternidad presente

Cuando ambos padres —u otras figuras significativas como tíos o abuelos— se involucran activamente en el cuidado del menor, se genera un ambiente familiar más armónico, con menos estrés y mayor contención emocional. Incluso en contextos de separación o crianza a distancia, la presencia emocional y la comunicación constante siguen siendo factores clave.

“Estar presente no siempre significa vivir en el mismo hogar, sino cumplir acuerdos, mantener la comunicación y responder con afecto”, subraya Pacheco.

Cuatro prácticas para fortalecer el vínculo padre-hijo

Para ayudarte en ese camino, la psicóloga Kristell Pacheco y Babysec comparten estas prácticas para mejorar la conexión padre-hijo desde la primera infancia:

  1. Involúcrate desde el inicio: Participa activamente en los cuidados desde el embarazo: cambiar pañales, calmar el llanto, acompañar al bebé en sus primeras experiencias. Esto construye apego seguro desde los primeros días.
  2. Comparte y coordina: Acuerda con la madre o cuidador principal cómo distribuir las tareas y dediquen tiempo juntos al juego, la lectura o simplemente a estar presentes. La conexión crece con cada momento compartido.
  3. Expresa tus emociones: Hablar de lo que sientes y validar las emociones del niño ayuda a crear un entorno emocionalmente seguro. Conectar va más allá de estar físicamente presente.
  4. Enseña con el ejemplo: Tus actos son una guía: colaborar en la casa, respetar, y cuidar con cariño transmite valores y activa el aprendizaje emocional y social de tu hijo.

Y si el camino resulta desafiante, siempre es válido buscar orientación profesional. Acompañar la paternidad también implica reconocer las propias emociones, aprender y crecer junto con los hijos.