A pesar de la presión social y familiar para que los niños y niñas dejen el pañal, los padres y cuidadores deben saber que este es un proceso natural y gradual que depende de la maduración del sistema nervioso que les permita reconocer la sensación de tener la vejiga llena y, por lo tanto, la necesidad de orinar o defecar para luego comunicarlo. Asimismo, es necesario que el infante desarrolle el control los esfínteres, que es la capacidad de controlar los músculos de la vejiga y el recto.
Este logro suele darse entre los 2 a 4 años, pero como depende del desarrollo de cada niño, puede ser que este proceso se alargue hasta los cinco años o más o, incluso, suceda antes de los 18 meses. Hay que tener en cuenta que lo emocional también puede ser un factor en la demora del abandono del pañal, por lo que los padres deben aprender a interpretar a sus niños.
“Dejar el pañal depende de los logros físicos, de desarrollo y de conducta, no de la edad. NO existe un tiempo exacto, por lo que es ideal iniciar el abandono como un juego y ponerse de acuerdo con la guardería para que este proceso sea respetuoso. Enséñales con el ejemplo y deja el orinal a su alcance, ponle atención y acompáñalo en su proceso, mas no lo obligues o compares. Es probable que el desarrollo no sea fácil y ocurra más de un accidente o retrocesos, pero no hay que olvidar que se trata de un aprendizaje que necesita su tiempo”, afirma Lic. Luz Catalina Zapatero Choy, docente del Instituto Carrión.
Teniendo en cuenta ello, la especialista da a conocer una lista de todo lo que debes saber sobre el abandono del pañal.
- Crea un espacio seguro: Coloca un orinal con asiento en un sitio visible y conveniente. Transmítele al niño o niña que es ahí donde él o ella hará sus necesidades. “Este es tu orinal. Este es el que vas a usar (emplea los términos que utilice el niño para orinar y defecar)”. Hazlo ver que se trata de su orinal “especial y maravilloso”.
- Dale su espacio y tiempo. Deja que el niño se acostumbre al asiento, sentándose vestido, durante cinco, minutos un par de veces al día durante una semana. Asimismo, elige el momento en el que con más probabilidad el niño haga deposiciones (p.ej. después de las comidas). No lo obligues nunca a sentarse en el orinal.
- Utiliza el ejemplo. Anímalo a ver como padres o hermanos usan el retrete. Explícale “así es como hacemos caca”. Deja que vea como marchan las heces al tirar de la cadena y haz que le diga “adiós” con la mano (no hacerlo si el ruido o caída del agua asusta al niño).
- Inténtalo sin miedo. Intenta que el niño se siente en el orinal sin pañales sin prisas ni esperar resultados inmediatos.
- Ayúdalo a identificar sus necesidades. Pregúntale durante el día ¿tienes ganas de hacer caca? para llamar su atención hacia las sensaciones corporales. Obsérvalo para ver si presenta signos de micción o defecación inminente. Dile “vamos a quitarnos los pantalones y hacer caca” y déjalo sentado todo el tiempo que quiera.
- Invítalo a dejar el pañal. Una vez que se ha establecido una pauta semiinconsciente de orinar o defecar en el orinal, pregúntale si quiere dejar los pañales “como un chico mayor”, durante el día. Si sí quiere, representa una escena tirándolos a la basura diciéndoles “adiós” efusivamente y felicítalo porque lleva ya pantalones de niño mayor.
- Invítalo a dar un nuevo paso. Una vez que se ha conseguido el control y ya domina el urinal, invítalo a probar el inodoro.
- Debes tener paciencia con el abandono nocturno del pañal. La retirada del pañal diurno es más fácil que el nocturno, pero el abandono total (día y noche) es un proceso que puede durar incluso más de un año.
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