En la exploración del análisis que hacen los expertos más reputados sobre conflictos complejos como el árabe-israelí o ruso-ucraniano, es evidente que la neutralidad es imposible. Incluso analistas equilibrados reflejan los propios sesgos instalados en su identidad por las experiencias de vida y el contexto cultural de su origen. Entender esta neutralidad imposible debe ser una de las piedras fundamentales de la educación para que los estudiantes aprendan a entender la información que publica cada autor.

Eso se logra exponiendo a los estudiantes a una variedad de perspectivas para que puedan desarrollar su propia comprensión del mundo y formar sus propias opiniones, cuestionando los valores y creencias que son aceptados sin mayor reflexión, como por ejemplo que la economía de mercado genera bienestar colectivo, la democracia es el mejor de los sistemas políticos, PISA es un referente mundial de la calidad educativa, hacer escuchar música clásica a los bebes en el vientre materno los hace más inteligentes, etc.

Ni que decir sobre las posturas “correctas” cuando hay conflictos entre valores. Por ejemplo, ¿es compatible un estado laico con colocar árboles de navidad en las oficinas públicas? ¿En nombre de la libertad de expresión se puede ofender, avergonzar o agredir verbalmente a otros? Tiene el derecho un Estado democrático a prohibir a sus ciudadanos el consumo de drogas, el aborto, el suicidio, cuando esas son expresiones de la libertad individual?

Solo confrontado hasta el límite las perspectivas existentes, los estudiantes podrán elegir libremente el camino que quieren seguir en sus vidas.

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