Deseo, poder y pasión. El novelista Oscar Wilde escribió ‘Salomé’, una tragedia basada en la historia bíblica de la hijastra de Herodes Antipas, interpretada por Amaranta Kun. Junto a ella estarán Leonardo Torres Vilar, Mónica Sánchez, Fernando Luque, Oscar Yepez, Alonso Cano, Alejandro Tagle, Maria Fernanda Misajel y Martín Aliaga. Todos ellos bajo la dirección de Jean Pierre Gamarra formando un elenco de lujo para mostrar una pasión obsesiva. Para la actriz ha sido un reto transformarse en esta fémina, censurada en Londres en 1891, y que ahora se sube al escenario del Teatro Británico hasta el 6 de agosto.
¿A partir de qué edad te sentiste atraída por la actuación? ¿Tus padres influyeron en tu camino como artista?
En realidad vengo de una familia de artistas. Mi abuelo por parte de madre era actor, director y productor de cine y televisión. Además, mi abuela por parte de padre es actriz de teatro y dramaturga. Siempre estuve expuesta al mundo del arte y entretenimiento. A los 6 años les dije a mis padres que quería ser actriz y se lo tomaron con mucha naturalidad, siempre trataban de meterme a clases de baile y canto. Siempre creyeron a mí y me llevaron a ver teatro. Fui nutrida desde muy niña y tuve la suerte de que sea algo cercano y familiar.
Leí en una entrevista que te desarrollaste como actriz en Francia, me imagino que fue una experiencia enriquecedora para tu carrera. ¿Qué significó para ti?
Francamente ha sido la experiencia más significativa en mi formación y en mi carrera. Fueron 7 años de mi vida donde hice mis estudios superiores en Francia. Viví en Italia también, donde tuve una gira nacional. Esas experiencias fueron constituyentes para mí y formaron mi concepción de lo que es el arte. Me dieron una ética de trabajo y ampliaron mis horizontes de una manera completamente extraordinaria. Valoro mucho ese paso que tuve por Francia, aún mantengo esa conexión porque he vuelto este año y tengo proyectos que aún me jalan hacia allá.
Cambiando al tema sobre la obra que protagonizas... ¿Quién es la princesa Salomé, cómo es esa mujer?
Salomé en la biblia cumple un rol diferente al del libro de Oscar Wilde. Es por su valor temática, por lo que ella representa como concepto que ha logrado perdurar por miles de años. Representa un tipo de fuerza que era muy extraña en esa época y lo sigue siendo hoy en día. Para mí antes que nada es una idea de un amor violento, de un deseo animal y de la venganza. Pero también; paradójicamente, de la inocencia. Todo este impulso, las emociones tan fuertes e intensas, parte de un lugar de inocencia. Es el catalizador de todos los pecados que la rodean, de envidia, ira y lujuria. Es una consecuencia de su entorno familiar.
Salomé es, entre otras cosas, un símbolo de la capacidad de seducción. ¿Qué encontraste de ti en el personaje?
Fue un personaje muy difícil de abordar porque soy muy diferente a Salomé. Soy muy cerebral, también tengo un lado emocional que a veces es muy difícil de controlar, pero creo que Salomé es de un egoísmo absoluto como suelen ser los niños y tuve que reconectarme con eso. Mucha gente me dice que ella es el deseo y lujuria, pero no busqué en esos lugares, sino en el desenfredo en la niñez. Los deseos de Salomé son frenéticamente ignorantes. Tuve que reconectar con mi niña interior y buscar esas cosas desagradables cuando uno es menor.
¿Consideras que el personaje de Salomé refleja también el cambio de los tiempos para la mujer?
Sí, absolutamente. Creo que Oscar Wilde fue muy valiente al escribir esta obra porque pone en escena temas que no son muy aceptadas de la mujer. Más que la violencia o el deseo, es la libertad. El hecho de que esta mujer pueda aceptar la mirada de su padrastro y no ser destruida por eso, más bien, utilizarlo a su favor para perseguir sus propios deseos impuros, es completamente revolucionario. Salomé es una víctima de las circunstancias pero jamás toma ese papel. Utiliza los recursos que justamente la violentan para violentar a los demás. Salomé es un personaje vulnerable que está a disposición de su madre y padrastro. Es una vista atrevida sobre lo que significa ser una mujer en un entorno violento. Creo que hoy en día a pesar de las revoluciones en el estatus de la mujer, sigue siendo muy nuevo y fresco presentar así el retrato de una mujer.
¿Crees que la actuación te ha ayudado a sanar heridas?
Claro que sí. Yo no utilizo mis personajes para hacer terapia necesariamente. No trato de buscar en traumas míos para crear, sin embargo, cuando estoy en una obra, hay cosas del teatro que simplemente me ayudan a vivir mi vida. Hay vacíos existencias, dudas, penas, cosas que son difíciles de enfrentar, uno trata de responderlas en la religión o ciencia. Lo que a mí más me ha ayudado ha construir mi moral y consciencia como persona, ha sido mi encuentro con el arte. El teatro siendo un arte tan visceral que te confronta con tu existencia, tu sentir, tu pasado y tus relaciones. Al ser un arte que te exige estar con los demás y hacer las cosas para los demás, siento que me ha ayudado a curar muchas cosas sobre mí. Encontrar un camino y una dirección que me ayude a enfretarme a mí misma. La naturaleza misma del teatro me obliga a estar bien, físicamente, psicológicamente, espiritualmente, para poder realizar mi trabajo. Esa es una de las razones por las que quise ser actriz en un principio, porque sabía que era una carrera que me iba a cuidar si es que yo cuidaba de ella.
¿Este país tendría que prestar más atención a los artistas?
Estamos viendo ahorita en nuestro país un trato deplorable en el arte. Han habido reducciones injustificables en las escuelas de arte en nuestro país que son fundamentales para el entretenimiento. Han sido reducidas porque se prioriza todo, excepto la cultura. Creo que el Perú y su gobierno, no solamente la política sino también los ciudadanos, no entienden hasta que punto es peligroso y perjudicial para el país no preocuparse por el desarrollo artístico. Por supuesto, los perjudicados son los artistas, que es una comunidad que admiro muchísimo. Tuve la suerte de vivir en Francia y allá el gobierno asume la responsabilidad de crear arte y preservar la cultura así como cualquier otro valor más. Nos falta toda una dimensión intelectual y espiritual que el arte está ahí para proporcionarnos, pero como no incentivamos la creación nacional entonces no conocemos nuestras propia identidad porque nadie la está contando. El Perú es increíblemente rico en cultura y mitologría, mucha gente está tratando de representarlo pero los obstáculos son demasiado inmensos, no hay el alcance ni los recursos para poder hacer algo extraordinario. Lamentablemente no se le da el espacio que se debe.