Nadie discute que La Libertad vive una nueva etapa de oro, en el ámbito de la literatura. Las constantes publicaciones y presentaciones así lo evidencian. Pero, no solo eso: la participación de nuestros escritores y escritoras en importantes certámenes culturales revelan la justificada valoración de la industria editorial y del público lector.
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Muestra de ello es, por ejemplo, la participación de algunos de nuestros escritores en la 28 Feria Internacional del Libro de Lima (sin mencionar otras participaciones en ferias de libros o certámenes, a lo largo y ancho de nuestro país). Sumado a ello están las meritorias premiaciones en concursos literarios nacionales y los reconocimientos a la producción intelectual y literaria de los docentes de nuestra región.
Honor al maestro
Menciono estos reconocimientos, porque el pasado 3 de julio del presente año, en el marco de la celebración por el Día del Maestro, la Gerencia Regional de Educación de La Libertad premió a siete destacados docentes con la “Medalla de Honor al Mérito Maestro Liberteño”.
Entre los galardonados destaca, de manera muy especial, el maestro Angel Fidel Velásquez Ynca quien, a sus 94 años de edad, fue reconocido en la categoría producción intelectual: textos narrativos. El libro que le permitió tan meritoria distinción fue “EL ÚLTIMO ZORRO: correrías de un zorro solitario por los parajes de Cachicadán”.
Cuenta su hijo José Velásquez Alfaro que este premio ha sido motivo de alegría y celebración para su familia, pues representa un valioso reconocimiento a la producción literaria de don Angel Fidel. Como nota adicional y anecdótica, resulta que esta Medalla “ha sido una sorpresa para él, porque lo inscribí en el concurso sin que lo sepa”. Así lo reveló José en su cuenta de Facebook.
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El último zorro
Por su parte, la profesora Raquel Velásquez Alfaro, también hija del maestro, afirmó que “esta galardonada producción se publicó hace un año” y que, en ese entonces, visitó a autoridades y colegas de Cachicadán, con el fin de promover la lectura de esta obra. “Lamentablemente, mi denodado esfuerzo no tuvo el eco que esperaba” expresa con pesar.
Si bien son habituales estos hechos, no perdamos el ánimo ni la convicción. Sigamos bregando por difundir y promover la lectura, el conocimiento y la valoración de las obras que se producen en nuestra región. Estoy seguro de que, luego de este reconocimiento, “El último zorro” tendrá más lectores y viajará a más lugares.
No solo los maestros y estudiantes de Cachicadán (Santiago de Chuco) padecerán las peripecias del “último zorro” y los desasosiegos de campesinos y animales. Lectores de distintos lugares oirán imaginariamente al zorzal gris y compartirán la “gran algazara y alboroto” que produjo la gran noticia “en todos los animales que poblaban los cerros del Anga, La Botica, El Batán e Imbal”.
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La trama
El cuento “El último zorro: correrías de un zorro solitario por los parajes de Cachicadán” se desarrolla en tres partes. En la primera parte se narra la “persecución a fondo” que los comuneros emprendieron para exterminar a los zorros, debido a los “tremendos perjuicios” que estos causaban. Del exterminio solo se libró el “último zorro”, el mismo que pasó infinitas peripecias en su lucha por sobrevivir.
En la segunda parte, la situación mejora un poco para el “último zorro”, gracias a que los pobladores no identificaban la causa de sus desgracias. Sin embargo, “la preocupación de los vecinos aumentaba cada día, porque no podían explicarse cómo desparecían las gallinas solo en el día y cómo es que sus ovejas eran devoradas al menor descuido”.
La tercera parte marca el fin del “último zorro”. No faltó quien se pregunte si no será el zorro el causante de tantas pérdidas. Así que los pobladores tomaron más previsiones y nuestro zorro volvió a su infortunada vida. Finalmente, gracias al ingenio de don “Moshco” Glicerio, el zorro es seducido por un apetitoso y oloroso bocado de carne. Su naturaleza termina condenándolo a la muerte.
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Su trascendencia
Como muy bien se expone en la contraportada, “El último zorro” es un cuento basado en la realidad costumbrista de Cachicadán del siglo XIX. Fue publicado por primera vez en un libro de relatos, del mismo autor, y “hoy cobra vida para transportar imaginariamente a las generaciones del siglo XXI hacia los escenarios del último zorro por los campos de La Zorrera y del cerro El Angla”.
En palabras del editor, este libro “pretende deleitar al turista, vinculándolo con la riqueza cultural del paisaje, las costumbres y tradiciones de nuestro pueblo.” Yo diré que este modesto pero valioso trabajo literario nos conecta con la vida del campo, y también -desde la voz de un narrador omnisciente- nos acerca a la compleja naturaleza de los animales y a los permanentes conflictos que nos plantea la propia sobrevivencia.
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Estoy seguro -reitero- de que los nuevos lectores de don Angel Fidel disfrutarán también del “cielo azul de junio” y de los “maizales que endurecían sus granos en las mazorcas anunciando las cosechas”. Será inevitable disfrutar del color infinito de las colinas serranas de Cachicadán, al apreciar que “los trigales tenían color naranja y que por la ‘banda de Chacomas’ limpiaban ya las parvas para las cosechas de cebada.”
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