Ante panorama tan desolador, niños y jóvenes no tienen a quién seguir, no tienen de quién aprender y el panorama intelectual, literario, bibliográfico se torna árido, carente de estímulos y horizontes.
Ante panorama tan desolador, niños y jóvenes no tienen a quién seguir, no tienen de quién aprender y el panorama intelectual, literario, bibliográfico se torna árido, carente de estímulos y horizontes.

Según el más reciente informe de PISA, en el conjunto de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico los resultados promedio en la población de estudiantes de 15 años, el ha descendido más del nivel que exhibía en 1981 en matemáticas, ciencia y lectura. El panorama es fácilmente generalizable al terminar la secundaria y en el propio nivel universitario. La conclusión general es que en el Perú casi nadie lee y los pocos que leen lo hacen mal o pésimo.

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Aparte de que nunca hemos sido un país con tradición lectora y editorial representativa, los índices resultan cada vez más alarmantes y clamorosos, situación agravada por la falta de una política educativa que regule el uso de la comunicación electrónica (internet) en el trabajo educativo.

Además, el problema es fácilmente generalizable al conjunto del sistema educativo y social, en el cual la mayoría de la población vive de espaldas al libro y la lectura.

Esta situación nos permite reflexión sobre los modelos que deben presidir el hábito, la costumbre y la práctica lectora en la sociedad.

LA LECTURA Y LOS MODELOS DE APRENDIZAJE

La principal y mejor vía de ingreso a la cultura es la lectura; pero esta actividad constituye un serio problema cuya solución no se puede predecir ni asegurar, sobre todo teniendo en cuenta que los modelos humanos y sociales en los que viven, se desarrollan y se educan el niño y el joven prácticamente han olvidado y dejado de lado su función trascendental de paradigma de acceso y desarrollo cultural. De esta manera, niños y jóvenes no tienen a quién seguir ni aprender.

En general, es pertinente señalar la existencia de cuatro modelos principales que deberían ser los ejes para el desarrollo de la lectura: familiar, social, pedagógico y político.

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MODELO FAMILIAR

A partir del reconocimiento del carácter adquirido del lenguaje, toda vez que no constituye una facultad innata, sino que el niño lo aprende en su ámbito familiar, no debe perderse de vista de que, en condiciones normales, el hogar es el primer espacio en que crece y se desarrollan niños y jóvenes, bajo la influencia de los padres y otros integrantes mayores de la familia. Y lo que ocurre es que en este ambiente el libro ha perdido espacio, porque prácticamente nadie lee en casa: ni los padres, hermanos, tíos, primos, ni los demás miembros del hogar y la familia, casi todos absorbidos por los medios electrónicos y por un alejamiento expreso de los libros. Mayor atención se dedica a la televisión, computadora, tablets y teléfonos celulares. Prácticamente han desaparecido los estantes de libros y su espacio ha sido remplazado por videotecas o cassetecas. Asimismo, pocos leen periódicos o revistas, de manera que los niños y jóvenes no ven leer a nadie en casa. Los únicos textos que leen los niños son las tareas didácticas de la escuela o el colegio; en consecuencia, este primer modelo de lectura no está funcionando.

MODELO SOCIAL O ANTROPOLÓGICO

Después del hogar, niños y jóvenes acceden a su medio ambiente, el barrio, el pueblo y la ciudad, donde también prácticamente han desaparecido las librerías formales y convencionales, para ser remplazadas por las “ferias” de libros “al paso”, en las que abunda la piratería editorial y bibliográfica. Además, tampoco es una imagen frecuente ni recurrente la de los lectores en determinados ambientes: cafetines, parques, calles, plazuelas, vehículos, en todos los cuales también está ausente el libro. Ante tan deplorable y desértica situación, nadie lee ni por cultura general, ni por entretenimiento o pasatiempo; en cambio, casi todos actúan manipulados por el uso de celulares, convertido en artefacto imprescindible. Por lo tanto, este supuesto modelo, que anteriormente se desempeñó mejor y con mayor influencia, en la actualidad también aparece ausente para niños y jóvenes.

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MODELO MAGISTERIAL

Quedaría un tercer modelo: el del maestro lector en escuelas, colegios, institutos, universidades; pero, como es fácil comprobar, tampoco se observa la imagen de los maestros como lectores habituales y muchos de ellos, incluso en pleno desarrollo de sus clases, están condicionados y se han convertido en usuarios dependientes del teléfono celular. El fenómeno se extiende a los demás elementos humanos de las instituciones educativas: directivos, secretarias, personal administrativo, ninguno usa el libro de manera frecuente ni por casualidad Entonces los alumnos ya no leen, ya no pasan las páginas del libro de manera habitual; varios leen versiones de los textos en la pantalla del celular y de la computadora. Además, muchos alumnos ni siquiera escriben sus tareas y lecciones, sino las “bajan” de internet. No dibujan ni pintan; es decir, ilustran sus tareas con dibujos e ilustraciones que “copian” y “pegan”. En conclusión, este tercer modelo tampoco funciona como factor de aprendizaje.

MODELO POLÍTICO

Para completar este árido panorama, tampoco funciona el modelo político; porque la autoridad o dirigente (presidentes de la República, gobernadores regionales, congresistas, ministros, alcaldes, regidores, caudillos de partidos políticos) tampoco leen. ¡Qué lejanos los tiempos de un Luis Alberto Sánchez, Fernando Belaúnde, Jorge Basadre, Raúl Porras, el propio Francisco Sagasti, políticos y gobernantes lectores!

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El expresidente Castillo cada vez que intervenía en actos públicos demostraba un deplorable nivel de lectura y exposición oral, lo cual revela que era un profesor mediocre, de muy bajo nivel y sin embargo hasta parece que exhibía el grado académico de magíster. El actual gobernador regional de La Libertad, al inaugurar la Feria del Libro de Trujillo organizada por la propia municipalidad de Trujillo, de la que él era entonces alcalde, declaró que en realidad él no leía libros. Esta insólita declaración la ratificó al declarar que tampoco había leído el libro “Plata como cancha”, en el que él era la figura protagónica.

LA TAREA PENDIENTE

Ante panorama tan desolador, niños y jóvenes no tienen a quién seguir, no tienen de quién aprender y el panorama intelectual, literario, bibliográfico se torna árido, carente de estímulos y horizontes. Entonces el poco y estrecho modelo de los paradigmas lectores se limitan casi al único del maestro en aula, quien, aparte de que es una exigencia que sea un buen y permanente lector, debe estimular, motivar y promover la práctica de la lectura en sus diferentes formas y niveles: oral, silenciosa, en pequeños grupos, coral, etc.

Pero no solo es tarea de la escuela, sino responsabilidad plena del hogar, la familia, el entorno social y político; si no, nos podemos ir cuesta abajo.

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