La poesía asomó por su vida de manera insospechada, cuando era un adolescente con más sueños que certezas. A pesar de los años, de la aparente fragilidad de la edad, Francisco García Silva supo que ese era su camino, escribir desde el alma, que reafirma en 2023 con la reciente publicación de su libro “Obra Poética 1971-2021″, que reúne cinco décadas de poemarios.
¿La poesía goza de buena salud? Tengo la percepción de qué hoy cualquiera publica y se hace llamar poeta.
Si pues, es verdad, eso también se debe a las influencias de los medios, de las redes, siento que hay una transformación también en las herramientas del lenguaje que uno normalmente utiliza. Como todo artista, uno debe manejar su técnica y debe manejar las herramientas que necesita para transmitir el arte, pero cuando todo es tan endeble, pasa eso también muchas veces.
¿Tu antología, esta obra poética que reúne tus trabajos de 50 años, tiene un elemento en común qué puedas decir: este es mi sello?
Eso se da, y es una cosa también medio misteriosa, porque por ejemplo, hay poética en el primer libro, que es del 71, cuando yo tenía 19 años, que coinciden con cosas del último libro, que es ahorita, el de mi carrera del 2020 para adelante.
Más que una coincidencia.. Incluso en algunos temas hay un poco más de sofisticación, en la prosa, en la estructura gramatical, que es lo que yo llamo poética, una forma de usar las palabras, incluso se han simplificado en el otro libro, en algunos casos el más reciente.
¿Cómo explicas esto? Ese es el misterio pues de la poesía, de hecho la poesía viene a través del poeta, viene de un ámbito desconocido pero hace que salga así lo que escribe.
¿Hay que olvidarse del pudor al escribir poesía, se debe afrontar con total libertad? Sí, bueno la libertad siempre está presente, lo que se va canalizando es tu poética, de qué manera puedes combinar frases, palabras, metáforas que en sí misma exprese una belleza que pueda sobrecogerte. Más allá de lo que significa el contenido semántico, yo puedo decir algo que sea muy digerible, muy hermoso, muy bonito, emocionante, digamos, en cuanto a lo que significa, pero también debe serlo al momento de leer.
¿Tu proceso de creación ha ido cambiando con el tiempo? La tarea de escribir ha sido siempre la misma. Es una forma en que yo, digamos, cuando me dispongo a escribir, no lo hago en un momento álgido, emocional, que normalmente llama a la inspiración, por alguna razón.
Algunos dicen que para escribir poesía se tiene que estar quebrado emocionalmente.
No, no tiene nada que ver. Yo más bien tengo que ver mi agenda para saber si mañana tengo libre, qué necesito, tranquilidad, eso si, orden, y me pongo a escribir.Lo que pasa es que hay como un banco emocional que se va nutriendo con tus vivencias, poco a poco se van acumulando, que es evocarlas en cualquier momento.
Eso de los poetas malditos, desgarrados con vidas tortuosas ya pasó a la historia.. La poesía no es así, nunca ha sido así. Sí, yo he afrontado las circunstancias de la vida, asimilándolas todas, las alegres, las felices, las dolorosas, las nostálgicas, en fin, y todas han ido como nutriendo y quedando disponibles para ser evocadas en un momento cuando hay una conexión, pero eso no es arbitrario. En mi caso, por ejemplo, yo lo pongo así, terminando esta entrevista voy a dedicarme cuatro horas a escribir algo, y me siento, por eso también he tenido la facilidad de hacer letras de canciones.
Ya que hablamos de canciones, la mayoría, si bien sabemos de tu pasión por la poesía, más te relacionamos con la música, las letras, la producción. ¿Por qué elegiste ese camino? Eso fue debido a mi vínculo con Tania Libertad, que sucedió también de muy jóvenes, ambos teníamos 22 años, ella estaba en el mundo de la música, de la radio, la televisión, show. Yo estaba en el de la poesía, mis amigos todos eran escritores, intelectuales, y ese era mi mundo, nunca había estado en un estudio de televisión ni nada. A raíz de esa vinculación que fuimos enamorados y todo eso, yo tuve acceso al mundo de ella y ella a su vez tuvo acceso al mío, hubo una situación recíproca que recuerdo con cariño.