“Yo no he escrito una línea que no sea sobre el poder y, sobre todo, sobre el más poderoso, importante, grande y eterno de todos los poderes que es el poder del amor”, dijo Gabriel García Márquez.
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Y es que el amor ha sido, es y será siempre motivo de grandes creaciones. Tratándose de un sentimiento tan poderoso e inmanente al ser humano, siempre será móvil u objetivo de expresión. Así lo evidencian, por ejemplo, grandes obras literarias escritas a lo largo de la historia de la humanidad.
Tenemos excelentes muestras de amores imposibles como en “Las desventuras del joven Werther” (Goethe) o amores que se hacen esperar como en “El amor en los tiempos del cólera”(García Márquez).
Formas de amor
También contamos con obras que se estructuran en torno a amores idealizados o imaginarios como el de don Alonso Quijano a doña Dulcinea del Toboso, en “El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha”.
U obras que giran alrededor de amores tiranos y esclavizantes como en “Casa de muñecas”, de Henrik Ibsen. O en torno a amores sensuales, como en “El burlador de Sevilla”, de Tirso de Molina, o a amores recíprocos y trágicos, al mismo tiempo, como en “Romeo y Julieta”…
Pero también contamos con obras que se construyen sobre la base del amor posible, recíproco y realizable. Obviamente, este amor no está exento de sufrimientos y dificultades. Los protagonistas son puestos a prueba a cada paso. Sin embargo, el amor siempre se abre paso entre la zarza.
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El juego del destino
Y esto es justamente lo que ocurre con la historia de Luk y Nicole, en la estupenda novela “EL JUEGO DEL DESTINO”, del escritor guadalupano Josué Vallejos Vásquez.
Como bien se dice en la contratapa del libro, esta novela es “una historia de amor, amistad y aprendizaje”. Con un sólido manejo del lenguaje y de las técnicas literarias, su autor nos transporta a escenarios idílicos, pero también a situaciones crudas y dolorosas.
A lo largo de sus páginas, gracias al lenguaje bien cuidado y envolvente, la historia transporta al lector de la mano (y del corazón) de los protagonistas de la novela. Y en ese viaje lo acompaña en sus circunstancias adversas, soledades, desdichas y especulaciones.
Sin embargo, en medio de estas adversidades siempre emerge la luz de la fidelidad, la sinceridad y la esperanza. Las escenas dulces y candorosas (como el compartir momentos y quehaceres en el centro de estudios), así como las acciones de desprendimiento de los compañeros muestran claramente la trascendencia del amor y la amistad.
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El amor y la amistad
Como muy bien afirma el reconocido poeta César Olivares, “el lector descubrirá, en esta novela fluida y conmovedora, la importancia del primer amor y de la verdadera amistad”.
Desde mi punto de vista, la sobria descripción de los escenarios y la cuidadosa narración de los acontecimientos, así como el manejo atinado de la sorpresa, constituyen los logros literarios más notables de Josué Vallejos.
Estas cualidades ya se hacían visibles en sus anteriores narraciones, como en los relatos “¿Quién mató a Richard?” y “El arapuma”. El cultivo de la narración y de la poesía nutren la creación literaria de Josué y convierten a sus obras en magníficas oportunidades de reflexión y de disfrute estético.
Su valor formativo
Pero no solo es la temática o la calidad literaria de sus escritos. Considero que Josué Vallejos, desde la esencia de su espíritu y de su formación, enarbola sutilmente su compromiso de maestro.
Por ello, contextualiza su novela en un momento de la historia de nuestro país (la década del noventa) y desde ese espacio nos muestra el panorama local, nacional y mundial. Cada detalle de los contextos de “El juego del destino” constituye una especie de “píldora cultural” para el lector.
El lector se encontrará con la cotidianeidad, con esos espacios en los que se desarrolla el día a día, pero también descubrirá que justamente son esos espacios los que le dan sentido a nuestra vida diaria. En esos espacios discurre nuestra vida, se nutre nuestra experiencia y se vislumbra el futuro.
En esos espacios y circunstancias descubrimos a los verdaderos amigos. En esos espacios despiertan nuestras más hondas emociones y se producen las huellas que marcan nuestra vida para siempre.
Destino y esperanza
Pero, regresando al tema de la obra, diré que la pureza del amor se complementa con la apertura mental y la esperanza de construir una vida en común. Como dice el gran Khalil Gibran, “Los hombres que no perdonan a las mujeres sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes”.
En “El juego del destino”, si Luk (el protagonista) no hubiese tenido la apertura mental para comprender la situación en la que se encontraba Nicole (la mujer amada), probablemente jamás se hubiera producido el encuentro tan ansiado.
(…) “su desenlace principal es, a todas luces, un homenaje a los sueños hechos realidad, un canto a la vida y al amor en su estado más puro: una derrota a la desesperanza”. Invitados están, queridos lectores, a sumirse en “El juego del destino”.