En Cada nueve meses se gesta la muerte de un alma platónic. hay, definitivamente, un reclamo de lo que socialmente hacen con nosotros y un pesar de lo que nos corresponde hacer.
En Cada nueve meses se gesta la muerte de un alma platónic. hay, definitivamente, un reclamo de lo que socialmente hacen con nosotros y un pesar de lo que nos corresponde hacer.

En la composición de un poema residen distintas voces que, orquestadas por un sujeto lírico, muestran la propuesta estética planteada por el poeta. Entre los diferentes matices que subyacen en la composición lírica, el lector debe develar con cautela y asombro la voz honesta que el poeta presenta en su trabajo artístico. Hoy me corresponde comentar el poemario CADA NUEVE MESES SE GESTA LA MUERTE DE UN ALMA PLATÓNICA y una de las primeras certezas que encuentro en el texto es la voz honesta de Carolina Salazar, su autora. No estamos frente a una voz de años adolescentes; noto una voz madura que gracias a los quehaceres de la poesía ha encontrado su hábitat. Quien habla en el poema no es el poeta, sino el sujeto lírico o el sujeto poético; de eso no hay duda, pero tampoco hay duda de que “el sujeto lírico expresa al poeta en su autenticidad”. En CADA NUEVE MESES SE GESTA LA MUERTE DE UN ALMA PLATÓNICA hay un sujeto lírico que aparece como un sujeto autobiográfico en las vías de la ficcionalización y a la vez un sujeto ficticio que se reinscribe en las dimensiones reales de su cotidianidad.

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La muerte de un alma platónica

En el título ya se percibe la propuesta poética; hay un alma platónica que está a punto de morir cuando, luego de nueve meses, nazca en el mundo real. “La gesta” a la que hace referencia el título no es el hecho memorable o la hazaña contada en uno de los cantares, es la acción de llevar y sustentar el embrión hasta el momento del parto. En este sentido, el alma platónica, gestada en el vientre materno y libre de los designios humanos, encuentra su muerte cuando nace en lo terrenal; el cuerpo queda, pero la esencia se diluye luego de ser expulsada del vientre. Hay definitivamente un reclamo de lo que socialmente hacen con nosotros y un pesar de lo que nos corresponde hacer.

En el poema inicial ya se percibe esta premisa cuando el sujeto poético menciona que “todos los niños llegan felices al mundo / pero a medida que cala la conciencia / se van deprimiendo / encogiendo / se comprimen / y se vuelven un cuadrado / con dos caras”. Los niños llegan felices, porque se encuentran felices al nacer (o lo son antes de hacerlo); ellos no conocen la maldad; pero, a medida que van encontrando su “lugar en el mundo”, entienden que la realidad los condena al continuo descontento. Recién al final, cuando son conscientes de que van a dejar el mundo, vuelven a ser felices.

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Los niños llegan llenos de alegría y curiosidad; sin embargo, a medida que crecen y adquieren conciencia de lo real, comienzan a enfrentar las limitaciones y los problemas de la vida. Otro poema que refuerza lo anterior es Número cien: “Las primeras cien miradas que recibes al nacer en el mundo / convoca a otros cien mundos / y desde entonces comienzas a orbitar / para otros cielos y otros soles”. Aquí se evoca la idea de que las primeras interacciones que tenemos al nacer —las miradas de las personas que nos rodean— son determinantes. Cada mirada no solo nos conecta con quienes nos observan, sino que también abre la puerta a nuevas experiencias y realidades. Los dos poemas citados corresponden a la primera parte titulada Preludio.Además de estos, resaltan los textos Sobre mi madre, Dios, En el nombre del padre y La condición femenina.

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El lenguaje de las formas

Terry Eagleton señala que el lenguaje de un poema es constitutivo a sus ideas; la valoración de un poema implica la consideración del lenguaje en toda su densidad material. En el poemario de Carolina Salazar, los lectores reconocemos que la forma y el contenido están íntimamente intrincados; “la forma es constitutiva al contenido y no un mero reflejo de este”. El poema Sin título es un claro ejemplo: “Miopía del alma / estrujan verbos como cuerpos / oceánica mirada / holoturia rítmica del pie / partitura de carne / sintaxis de dios / elegía minúscula”. Este poema, más allá de cualquier entendimiento, debe ser leído desde el lenguaje; en cada lectura se encuentran diferentes posibilidades; por eso, he decidido dejar lo hermeneútico para disfrutar de su musicalidad.

Derek Walcott señalaba que cualquier intento serio de hacer algo valioso es ritual. Cuando existe la sensación de que va a nacer un poema, el poeta se retrae y se aísla a un silencio que lo abstrae de todo lo que lo rodea. Al final de ese momento, señala Walcott, si es que se ha logrado crear un poema (lo cual no es muy usual), él se pone a rezar y le da gracias a dios. Esperemos que un nuevo poemario sea más usual en la vida de Carolina Salazar, pues con CADA NUEVE MESES SE GESTA LA MUERTE DE UN ALMA PLATÓNICA dios ya espera un agradecimiento.

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