Autor acaba de ganar el Premio Copé de Cuento 2020 con “El dedo en el disparador”, un policial que plantea un conflicto entre la culpa y la inocencia
Autor acaba de ganar el Premio Copé de Cuento 2020 con “El dedo en el disparador”, un policial que plantea un conflicto entre la culpa y la inocencia

Miguel Ruiz Effio , una historia impactante sobre la culpa y las circunstancias: un bebé de dos años dispara a su madre en un supermercado de Estados Unidos.

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El escritor lleva el género de la crónica a una dimensión literaria para narrar su cuento y plantea varias reflexiones para el lector.

Ya habías quedado cuatro veces finalista del Copé. Dice mucho de tu perseverancia...

No es que escriba para el concurso, pero siempre lo vi como un objetivo. Antes de que yo empezara a escribir, elegía qué podía leer, miraba las recomendaciones periodísticas, como las de Ricardo González Vigil, y casi siempre se resaltaba que el autor había ganado el Copé de Oro, que era el modelo de calificación de un autor.

Para ser escritor en el Perú se necesita, sobre todo, perseverancia, obviamente además de trabajo...

Sí, porque lamentablemente uno no puedo dedicarse solo a escribir. Aparte este tipo de concursos, que están compensados económicamente, sirven de aliciente literario pero también para solventar un poco el trabajo.

¿Cómo fue la escritura de “El dedo en el disparador”?

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Me impactó mucho la anécdota con la que parte el cuento: el asesinato de una madre por parte de su niño de dos años. Me quedó la duda de cómo escribir la historia. Tenía un borrador con narración omnisciente y tradicional. Pero me había quedado la pregunta de qué pasa luego con esa familia, qué consecuencia va a tener el hecho en sus días posteriores. No quería caer en la moraleja, estuve pensando en cómo narrarlo y llegué a una crónica de Joseph Zárate sobre Máxima Acuña. Vi que la crónica me podía servir para narrar la historia.

¿Eras un asiduo lector de crónicas?

A partir de la de Zárate, empecé a leer varias, como Etiqueta Negra, algunos números de Semana Económica. Revisé muchas crónicas. Encontré que la crónica tiene mucho peso como publicación y, en los últimos años, hemos estado leyendo muchas. Me parece un vehículo adecuado para narraciones como esta, en la que quería ocuparme de un momento dramático.

John Banville, hace unos días, declaró que reemplazaría la palabra “mal” por “circunstancias”, porque la primera supone que hay “una fuerza inconcreta que hace cosas horribles”, sin relación con nosotros, cuando los actos dependen de la situación...

“Mal” es una categoría moral y plantea este tipo de problemas. Es subjetivo. El hecho del que me ocupo, del niño que dispara, finalmente ocurre a consecuencia de adultos que han puesto un arma a su alcance. El mal, expuesto así, vendría ser en el mundo adulto, pero en el espacio inconsciente del niño hablamos más de circunstancias.

El dato de la familia de la madre, huyendo del terrorismo, puede ser una de las respuestas del porqué ella porta un arma en Estados Unidos, por el miedo que no la abandona...

Me pareció interesante primero para vincular el cuento a lo peruano. Sus padres huyen cuando ella no lo recuerda. Es irónico que la muerte termina alcanzándola en circunstancias insospechadas, incluso fortuitas, como si no se pudiera escapar de un destino.

Mientras que del lado del padre del niño queda una tensión: ve al hijo como el origen de su dolor. En todos los conflictos, no cierras la mirada, dejas la interpretación al lector...

En algún momento le tendrá que contar la verdad al niño. Porque lo averiguará y tiene que haber una preparación del padre a su hijo. También me pareció muy interesante cómo cumple la función de padre, lo protege pero, a la vez, guarda ese sentimiento de que el accidente ocurrió por sus manos, siendo consciente de que el niño no tiene la culpa de tener el arma a su alcance. Sabía que no tenía que resolver este conflicto, sino dejarlo abierto: busqué la reflexión desde que planteé la historia.

No como un golpe a lo Julio Cortázar, aunque sus cuentos también suelen tener finales abiertos...

Cortázar es un autor que me fascina y es el gran culpable de que yo escriba. Admiro mucho su narrativa. Tiene los cuentos de golpe de efecto en gran parte de su escritura pero uno de los que más me gusta es “El perseguidor”, donde no usa nada de eso y se va a lo metafísico, ético, moral, al arte. Me gusta comunicar temas importantes en los cuentos, pero no descarto escribir un divertimento o algo en clave humorística. El golpe de efecto impresiona al lector, pero se agota en una primera lectura o corres ese riesgo. Prefiero los finales abiertos y dosificar la información, la sorpresa y el extrañamiento.

En tu discurso del Copé dijiste que “gracias al fuego de la lectura (...) no estuve solo y pude tolerar los encierros nocturnos”. Si bien ahora tenemos otro tipo de encierro, la lectura se mantiene con un espacio de refugio...

La lectura siempre ha sido fundamental, me ha ayudado mucho en estos tiempos de encierro, tanto en la parte teórica para la tesis como para la lectura literaria. Este encierro lo hemos podido llevar mucho mejor gracias a la lectura y, en general, al arte.

Miguel Ruiz Effio

Escritor y editor peruano. Nació en Lima en 1977. Estudió Administración en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado “La habitación del suicida”, “Un nombre distinto”, “Y si el olvido un día nos” y “La carne en el asador”.

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