Foto: Difusión
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La película “1917” es una de las grandes favoritas para triunfar en los próximos Premios Óscar.

El último galardón del Sindicato de Productores, principal termómetro para los posibles ganadores de la estatuilla dorada, pone a la cinta dirigida por Sam Mendes en una posición privilegiada en la competencia con “El Irlandés”, “Joker”, “Había una vez en Hollywood”, “Parasite”.

“1917” cuenta una historia sencilla —la de dos soldados que deben dar un mensaje al otro lado de la trinchera, en Francia, arriesgando su vida para salvar la de 1600 compañeros—, con un guión preciso, funcional, pero a la vez cargado con toda la fuerza del drama humano en la Primera Guerra Mundial.

sufrir. Son muchas las cintas basadas en ese momento de la historia de la humanidad. Sin embargo, la de Sam Mendes es una pieza íntima, y no solo porque el disparador es el testimonio de su abuelo, Alfred H. Mendes, quien luchó en dicha guerra, sino porque el plano secuencia que sigue el filme es el lenguaje perfecto para contarla.

Si bien la muerte, el dolor, el miedo, la miseria, el hambre son elementos que generan empatía, el ojo del director británico nos arrastra hacia la tierra, el fuego, para evitar los balazos, las ratas, y así caminar y nadar entre los muertos: a sufrir, desde la piel, con los protagonistas.

Aunque el horror está en todos los sentidos, también hay momentos divertidos, irónicos, de compasión y tranquilidad, porque el ser humano, a pesar de la desgracia, intenta seguir en pie, continuar con sus propósitos.

En este escenario, trabajado de manera brillante por Mendes, sobre todo en lo visual, una historia sencilla se convierte en una poderosa forma de entender que la guerra no tiene el rostro de la esperanza ni de la piedad.