Romina Silman presenta su primer poemario "Nunca de mi tu espejismo" . (Foto cortesía: Mario Colán).
Romina Silman presenta su primer poemario "Nunca de mi tu espejismo" . (Foto cortesía: Mario Colán).

Para Romina Silman, su primer acercamiento a la poesía se constituye en el desafiante enfrentamiento de escribir sobre el dolor y el trauma, con esa contención necesaria para evitar que la experiencia no se convierta en un libro meramente testimonial. Para la autora de “Nunca de mí tu espejismo” (Dendro Editorial), el propósito con su primer poemario, es que, en lugar de acentuar la herida con sus textos, explore cómo el cuerpo transforma, guarda y registra el sufrimiento.

“Tenía claro que no quería hacer un testimonial o que parezca que buscaba acentuar la herida, sino más bien hablar de cómo nuestro cuerpo transforma el dolor o cómo lo guarda, cómo lo registra. En el proceso de edición fue lo que traté de pulir”, nos dice Silman.

Quimera y Cicatriz, son dos partes muy marcadas del libro que le dan sentido a tu propuesta.

Te voy a ser honesta, los poemas de Cicatriz los escribí primero, luego los otros, pero cuando empecé a trabajar en la estructura del poemario me di cuenta que los poemas “¨Primer y segundo espejismo”, que abren y cierran el libro, se podían enmarcar como una suerte de corchetes al tránsito, a la travesía que quería darle a todo el poemario. En un inicio es como la sensación de querer buscar un refugio en el cuerpo ajeno, como una suerte de autoengaño. Luego ya viene el núcleo traumático del libro, más oscuro, y luego paso a una reconstrucción.

En el poema “Primer espejismo” planteas a una mujer en una búsqueda constante.

Al inicio, el cuerpo lo que está buscando es una reafirmación en un territorio ajeno, por eso se llama primer espejismo. Es un cuerpo que se está ahogando, que no está entendiendo mucho lo que está sucediendo con él, cree que su redención está en la mirada del otro, cuando en realidad lo que estamos haciendo es borrando nuestra propia identidad al buscar la aprobación o el cuerpo ajeno.

En la segunda parte del libro se entiende porque esa mujer quiere sanar heridas.

Se entiende cuando ya lees el núcleo del libro, que es lo del trauma, que te explica por qué luego ese cuerpo, desde la infancia atraviesa por esta otra etapa que es la de sanar a través de otra persona. Ahora, no es un cuerpo que ha sanado, porque no busca ser el de antes, sino es un cuerpo que se asume cicatrizado y que va a fundar una nueva identidad luego de haber transformado el dolor a través del lenguaje, de la palabra, del arte.

"La poesía me ha permitido nombrar lo que de algún otro modo seguiría en la sombra, y cuando uno deja cosas en la sombra se ahoga. Me ha devuelto una forma de lucidez emocional que me hace respirar de nuevo", dice Romina Silman. (Foto cortesía Mario Colán).
"La poesía me ha permitido nombrar lo que de algún otro modo seguiría en la sombra, y cuando uno deja cosas en la sombra se ahoga. Me ha devuelto una forma de lucidez emocional que me hace respirar de nuevo", dice Romina Silman. (Foto cortesía Mario Colán).

¿Era necesario para ti, como mujer, transformar el dolor y reasignarlo a través de la poesía?

Yo pienso que el dolor no es contrario a la belleza, además, el dolor en sí no tiene sentido si es que no le das una vuelta, si es que no lo transformas. Para que el dolor pueda tener menos poder, menos fuerza, hay que convertirlo en algo bello, mi apuesta, después de muchos años fue la poesía. Cualquier tipo de arte puede servir y funcionar para demostrar que el dolor no lo arrasó todo y que la voz o la expresión de uno todavía continúa o persiste.

¿Qué te ha dado la poesía?

Me ha permitido nombrar lo que de algún otro modo seguiría en la sombra, y cuando uno deja cosas en la sombra se ahoga. Me ha devuelto una forma de lucidez emocional que me hace respirar de nuevo, la poesía me hace vivir más despierta y le da sentido a mis vivencias.

Y también le da ritmo a la vida, como la música.

A mí me gusta mucho cantar y de alguna manera me obsesiona el ritmo y creo que la poesía al final no se mide tanto por lo que dice, sino por cómo suena el respirar. Cuando termino de escribir tengo que leer el poema en voz alta y tengo que sentir que el verso no se asfixia. Tiene que haber una cadencia a través del ritmo, a través de la puntuación, los cortes de verso, las repeticiones; todo eso obedece a un pulso y a una cadencia que es emocional. Creo que en eso, la música y a poesía conversan y se entienden.

¿Seguirás con la poesía, luego de “Nunca de mí tu espejismo”?

He intentado escribir narrativa y no he podido, no lo he logrado y en un momento tiré la toalla. Empecé con los textos del poemario, que en algún momento no sabía qué eran, alguien que tiene el oficio y que los leyó me dijo: ‘Aquí hay algo que tienes que continuar’. Fue así que terminé en este poemario. Me he sentido muy feliz escribiendo poesía y ojalá pueda seguir por este camino, creo que es el registro en el que me siento más cómoda.