Para la escritora y periodista Silvia Miró Quesada, la muerte de un ser querido, cuyo dolor parece eterno e interminable, también puede ser el punto de partida de un nuevo comienzo en la vida, y precisamente, en su más reciente libro, “Renacer. Resignificación del duelo”, la autora nos reafirma esa propuesta que exige un compromiso real para no perderse en el intento. ”Hay que aprender a transcurrir esa etapa”, dice la autora, que tras la partida de su esposo, tuvo que enfrentar el reto de hasta asumir actividades que se las encargaba a su pareja. “Fue un cambio radical en mi vida, desde ir a un cajero y pagar las cuentas, que antes no hacía yo”, afirma.
¿Qué encontrarán los lectores en “Renacer....”?
La verdad, lo llamo una guía práctica para enfrentar el duelo y se incluyen capítulos muy sentidos. Cada uno de ellos comienza con la opinión de un psicólogo o de un activista, se inicia con algo de teoría y yo lo remato con mis vivencias, y le doy forma. Tampoco quería que sea un libro solamente de experiencias personales, quería rematarlo con algo más profesional, más asentado, que te sirva realmente como base.
¿Hay niveles de dolor en una pérdida, es más fuerte el de un hijo y el de un esposo?
Pienso que cada dolor es personal, el dolor de la muerte de mi hijo lo he sentido de una manera distinta, yo lo he significado de otra forma que el dolor de la partida de mi esposo y de mi madre. Yo creo que cada dolor tiene una personalidad, un temperamento y no hay uno más fuerte que otro.
¿El duelo tiene un tiempo de caducidad, o depende de cada uno? Yo creo que cada duelo tiene su tiempo, y es un proceso largo, yo todavía estoy transitando por este proceso a año y medio de la muerte de mi esposo y 10 años de la de mi hijo.
No hay que apurar a quien vive un duelo y decirle que deje la tristeza y la nostalgia. Nunca, y llorar es lo más natural del mundo, que las lágrimas corran, eso ayuda mucho. Yo a veces, regaño a mi esposo Aldo, que está arriba.
¿Hay que hablar de ellos en presente, o en pasado? Yo les hablo en presente, con Aldo, por ejemplo, la otra vez que estaba trabajando en el escritorio, viene mi ayudante y me dice, señora se ha malogrado la aspiradora, y yo dije en voz alta: ¡Aldooo, qué haces allá arriba caracho!
¿Es necesaria ayuda psicológica para quienes pasan por un duelo?
Sí, yo la tengo, aunque la verdad no sentía que la necesitaba, pero mi hija me dijo hace poco: mamá, a ver, mi hermano, mi abuela, mi papá, han muerto, entonces creo que tienes bastante en tu haber, ¿No? Entonces, llamé a la psicóloga que nos había acompañado cuando falleció Francisco, mi hijo que nos había acompañado súper bien, y con ella he continuado el proceso y me acompaña. Lo hacemos cada dos meses, no es una cosa muy rigurosa, pero sí siento que todavía lo necesito.
Renacer es una palabra que asocia a la esperanza, a a volver a creer, ¿por qué la elegiste como el título del libro?
Porque yo he sentido que renacer te invita a embarcarte en el viaje más significativo de todos, el de volver a la vida, cuando todo parece perdido. Escribir el libro me ayudó a trabajar en mi misma, estoy reconstruyendo mi individualidad.
¿En quién pensaste cuándo escribías el libro? Este libro está dedicado a mis tres muchachones, como yo les decía, a Francisco, mi hijo, Aldo mi marido, y a Rómulo Franco, que es un sacerdote jesuita, que me acompañó mucho en mis duelos. Él tenía un problema, se dializaba tres veces por semana. Yo le decía, Rómulo, hacemos juntos camino al andar, cuidado con lo que te pase, porque yo camino contigo y tú caminas conmigo, pero Rómulo partió. Como yo le digo siempre, seguimos haciendo caminos al andar, él en otra dimensión, y yo en otra dimensión, pero tomados de la mano. Él, mi hijo y mi esposo, son mis tres muchachones, que siento que siempre están aquí.