Hoy nuestra Victoria Eugenia Santa Cruz Gamarra o más comúnmente conocida como Victoria Santa Cruz cumpliría 98 años. Ella nació el 27 de octubre de 1922 en el distrito de La Victoria. Descendiente de una familia que es más una saga, y que le ha dado al Perú poetas, dramaturgos, músicos, compositores, e incluso a Rafael, gran torero y padre del también prestigioso y recordado Rafael Santa Cruz.
Un clan que continúa redefiniendo la cultura peruana y su vertiente negra en todo aspecto, profundizando en las raíces africanas y comprendiendo la movilidad y transformación de aquellas raíces. Su papá, Nicomedes Santa Cruz Aparicio, fue escritor y dramaturgo, y su mamá, Victoria Gamarra, fue una gran bailarina de zamacueca y marinera.
Con su hermano Nicomedes formaron la compañía Cumanana en 1958, dando los primeros pasos para crear el teatro negro en el país. “Callejón de un solo caño”, “Escuela Folklórica” y “Malató” fueron las primeras obras que escribió y presentó en los principales teatros de Lima. Creó pregones, marineras, festejos, zamacuecas, landós y zambas-landó, entre otros aires.
Estudió en un contexto donde la discriminación era mucho más acentuada. Becada por el gobierno de Francia, viajó a París para estudiar en la Universidad del Teatro de las Naciones (1961) y en la Escuela Superior de Estudios Coreográficos, allí sobresalió como creadora y diseñadora del vestuario de la obra “El retablo de don Cristóbal”, de Federico García Lorca, y en “La rosa de papel”, de Ramón del Valle Inclán.
En 1968 fundó Teatro y Danzas Negras del Perú, comenzando una nueva etapa de su estudio. El folclore no era considerado por ella como algo exótico ni pintoresco, sino como vida pura.
Difundió la cultura negra de Perú por donde viajó y fue una de las pocas mujeres, latinoamericanas y negras, catedrática en la Universidad Carnegie Mellon (Estados Unidos), de la que quedó como profesora vitalicia.
En 1973, fue designada directora del Conjunto Nacional de Folclore del Instituto Nacional de Cultura (INC) de Perú, cargo en el que se mantuvo hasta 1982. Los últimos años, antes de su voluntario retiro, los dedicó a dictar talleres en Estados Unidos y Europa.
Su poema emblemático, Me gritaron negra, está ligado a algo que le sucedió a los cinco años, en La Victoria, el barrio donde se crió, en el cual era la única negra entre chicas mestizas. A éste se muda una familia blanca. “Cuando salgo a jugar la gringuita me mira y dice ‘si esa negrita juega, yo me voy’. ‘Bueno, digo yo, esta acaba de llegar y ya está poniendo reglas.’ ¿Cuál sería mi sorpresa? Cuando mis amigas me dicen ‘Vete, Victoria’. Una puñalada es una caricia comparado con aquello que me pasó. Yo no sabía que era negra. Cuando digo no sabía que era negra no estoy hablando del color, sino de lo que eso implicaba.”
Le gritaron negra de niña, sí, pero esa herida que la separó del mundo tal cual lo conocía, se convirtió en un manantial de creatividad y talento con el paso del tiempo. En esencia, Victoria Santa Cruz fue una pieza fundamental en la promoción de la cultura afroperuana con sus espectáculos, conferencias y giras. Su voz ha tenido una gran presencia dentro y fuera del país y la fuerza de su legado se revitaliza con los años. Su verdadera revancha, y en eso consiste su grandeza, fue convertir el dolor en música y poesía.
Falleció en Lima el 30 de agosto del 2014 a la edad de 91 años, victima de un debilitamiento de su salud a raíz de su avanzada edad.
Victoria Santa Cruz, siempre será recordada por su valiosa obra como artista, que nos enseñó la importancia de la lealtad y el respeto por nosotros mismos.