La narrativa de Yero empezó con miras a un público joven adulto, ahora, con experticia necesaria, ha escrito para niños y ahora para adolescentes con su último libro.
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¿Qué experiencias personales te inspiraron a escribir “El Erizo”?
Tomé como base mis años de secundaria en el colegio Mercedes Cabello de Carbonera de Ilo. Dos compañeros fueron la inspiración para escribir a Henry, el protagonista de la historia. Uno de ellos tenía una panadería y el otro, que se había unido a nuestra promoción en tercer año, se convirtió en el punto de las burlas del salón solo porque era “diferente”. Como escribí la historia para un concurso del MINCUL, supe que debía tratar sobre adolescentes afrontando problemas propios de su edad. Marita, la muchacha que aparece en la vida de Henry para revolucionarlo todo, también es un personaje creado a partir de diferentes personas.
¿Por qué elegiste el año 1999 como escenario de la novela?
Me gusta mucho escribir sobre la década de los noventa, aunque siento que es un espacio de tiempo al que ya he recurrido muchas veces, sobre todo en mis primeros cuentos. Pero 1999 es un año especial, sobre todo por lo que representaba en el imaginario popular saltar de un siglo a otro. Y para los personajes de El erizo es decisivo, porque los orilla a un escenario de incertidumbre, transformación y expectativa frente a un futuro incierto.
¿Cómo influye tu pasión por la cocina y la música en su proceso creativo?
Cocinar es divertido, tanto como escribir. Al principio, cuando no tienes conocimientos culinarios, te cuesta mucho preparar algo que tenga buen sabor, lo mismo sucede cuando escribimos un cuento. La práctica hace al maestro y, en ambos casos, luego de haber practicado lo suficiente, puedes obtener excelentes resultados sin complicarte demasiado. La música, por otro lado, es magia. No puedo salir a caminar sin música, no puedo escribir sin música, no puedo vivir sin música. Por eso El erizo tiene como soundtrack al grupo Los Gatos.
¿Qué diferencias encuentras entre escribir para jóvenes y para adultos?
Es un reto, porque requiere adaptarte a un público objetivo, algo que no solía hacer en mis primeros libros, porque eran de “acceso general”. Pero cuando escribí Historia de un zorro, tuve una editora de literatura infantil apoyándome en todo momento para llegar al mejor resultado. Lo mismo pasó con El erizo, pero ya sin un asesor, pues lo escribí para el concurso en 10 días. Tuve que controlar un poco mi registro, mis figuras, metáforas y hasta el uso de jergas para poder llegar a un público más amplio. Sin embargo, eso no quiere decir que esa voz indivisible que tenemos todos los autores haya desaparecido. En esencia, mi forma de ver las cosas y de escribir está en el libro.
¿Cuáles son las nuevas publicaciones que tienes proyectadas?
Antes de que acabe el año saldrá una colección de cuentos infantiles bajo el sello de editorial Estruendomudo. Casualmente, tuve la fortuna de ser convocado para participar en este proyecto especial y volver a escribir para niños de diferentes edades. Pronto se revelarán más detalles de la colección y, por supuesto, haremos una presentación en Arequipa para cerrar el año. Además, quiero volver a escribir cuentos para un público adulto y una novela, pero esos proyectos recién se pondrán en marcha el próximo año.