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La segunda ola de la pandemia del COVID-19 no solo continúa teniendo repercusiones devastadoras en la salud, sino que también afecta gravemente los bolsillos de los ciudadanos que se contagian e infectan a otros integrantes del hogar. Afrontar su tratamiento dependerá de la gravedad de los síntomas y del lugar donde pasarán la cuarentena.
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Jorge Carrillo Acosta, profesor de Pacífico Business School, señala que más del 70% de la población en el Perú son trabajadores informales y viven generando sus ingresos diarios, por lo que están más expuestos a contraer el virus.
El problema está en que si estos se contagian no podrán laborar entre 14 a 20 días y, si a esto se suman que presenten síntomas leves, deberán gastar unos 50 soles por medicamentos genéricos y si son de marca hasta 300. “Otra situación es si tengo un problema respiratorio, necesito un balón de oxígeno o si deben internarme en UCI, teniendo en cuenta que ya los hospitales están copados de pacientes.
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Por lo que deberé contratar a un doctor particular y comprar artículos de salud”, comenta Carrillo. Otro punto, explica el experto, es si el contagio es en cadena (esposa, hijos, abuelos) o afecta otros integrantes que también inyectaban dinero para los gastos del hogar. Similar panorama vive los trabajadores formales, porque el ausentarse de sus labores por un contagio implicaría que se tenga que contratar a otro colaborador temporal. “Muchos tienen miedo incluso de decir que presentan síntomas o tienen COVID por temor a perder su trabajo”, indica.
PREPARARSE. Para el especialista en finanzas, hoy en día los peruanos estamos mucho mejor preparados para afrontar esta crisis. Sin embargo, lo primero que aconseja es cultivar la cultura del ahorro para cualquier emergencia. “Debemos guardar una cuarta parte de nuestros ingresos mensuales.
Esta pandemia nos ayudó a empujones a darnos cuenta qué es necesario comprar y qué no y dentro de ello priorizar la salud”, añade. Como segundo punto también exhorta a evitar los gastos hormigas y ser responsables a la hora de solicitar un crédito, sobre todo a prestamistas informales que pueden llegar a cobrar hasta 800% en intereses.
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