Fiestas Patrias es una de las épocas del año donde más se siente la ausencia de espectáculos presenciales como circos, teatros y conciertos. En el país, hay dos empresas emblemáticas que se dedican hace décadas a llevar entretenimiento y cultura a las personas: La Tarumba y Preludio. Ellos cuentan las fórmulas que les permiten sobrellevar la crisis y el distanciamiento social.
La Tarumba es una organización cultural sin fines de lucro con 36 años de vida que viene trabajando en dos líneas: la artística y la pedagógica. Siempre con una identidad peruana. Estela Paredes, directora de Gestión y Desarrollo reconoció que la llegada del COVID-19 los hizo pasar momentos apremiantes.
“Fuimos de los primeros en desactivarnos, y seguramente seremos de los últimos en volver. Nos hemos visto obligados a suspender talleres, cancelar la temporada de circo y no tenemos fecha segura de retorno”, comentó Paredes.
El daño fue enorme, ya que la línea artística representa un 80% de los ingresos, y al no haber temporada de circo, no les permite financiar todo el año, “que no solamente tiene que ver con el personal estable que son 50 personas, sino también talleres y proyectos sociales”.
En estos últimos años, La Tarumba venía logrando resultados de ingresos netos positivos. Por ejemplo, en el 2018 la recaudación aumentó un 9% con respecto al año anterior, y en 2019 bajó al 5%, debido a la desaceleración del PBI. “Esa caída nos puso en alerta, para establecer estrategias preparándonos para el 2020, pero nos llegó la pandemia”.
Gracias a ello, su reacción fue inmediata: prepararon nuevos formatos digitales, y llevaron sus talleres al ámbito virtual, lo que les viene dando buenos resultados. Es así como nace ‘Vital’, una función virtual de circo que reúne los mejores números de los últimos espectáculos.
“Así como habíamos definido desarrollar el tema digital, lo que estamos haciendo ahora es retomar esa estrategia y empezar a trabajarla, con espectáculos en vivo sin público, hasta que podamos recomponernos, en tanto la pandemia nos permita”, indicó Paredes.
La temporada de circo para La Tarumba empezaba en junio y terminaba en diciembre, debido a que seguían de gira en provincias. Y los talleres se dictan todo el año, en ciclo de verano e invierno. Como organización, dan trabajo a 150 personas más en la temporada de circo.
“Más allá de lo que nos pueda reportar económicamente un espectáculo virtual, que nunca podría alcanzar lo que se logra de manera presencial, somos artes escénicas, y a través de una pantalla nunca será igual, pero estamos explorando el audiovisual para llevar un espectáculo con la emoción que se necesita”, añadió Paredes.
Por su parte, Preludio tiene 22 años llevando grandes obras, la mayoría musicales. Denisse Dibós, su directora, contó que cuando llegó la crisis acababan de estrenar su primera obra del año llamada ‘Madres, el musical’ en el Teatro Mario Vargas Llosa. El golpe fue duro, recordó.
“Entonces, ya el colchón que teníamos del año pasado, estaba reinvertido en esta producción. Porque como asociación cultural, nosotros reinvertimos. Nos quedamos con cero del colchón porque pensábamos recuperar esa inversión, pero nos agarró la cuarentena”, comentó.
Como representante legal, Dibós debió cubrir algunos gastos de sus ahorros. Preludio cuenta con seis personas en planilla, y tiene trabajadores freelance que atienden campos como redes sociales y marketing. Sin embargo, en cada espectáculo, son aproximadamente 80 personas.
“Me siento agradecida, porque tengo un equipo camiseta, incluso los que están en planilla, buscaban soluciones de cómo cobrar su CTS, cómo sobrevivir. Ellos mismos me planteaban soluciones. Sé que cuento con un equipo humano A1”, sostuvo.
EL SHOW DEBE CONTINUAR
Con tantos años en escena, La Tarumba ha enfrentado varias crisis. “La práctica que tenemos de cirqueros, nos da el desafío de perder los miedos para dar el salto mortal, en ti mismo y en el que te va a recoger. Ese temperamento nos está ayudando muchísimo. Lo hacemos desde la perspectiva que trasladamos a los alumnos, que cuando caes, debes pararte y seguir”.
En tanto, Preludio se enfocó primero en capacitación como equipo. Dibós reconoció que no entendía mucho sobre esta nueva normalidad de las artes escénicas vía streaming. “Como líder hay que saber confiar en quienes saben de cada cosa. Y a mis 53 años, no manejo la tecnología como los chicos de 20 o 30”.
Es así como nació ‘Madres en cuarentena’, un espectáculo presentado a través de videollamadas contando los problemas de las madres en cuarentena. Se vendió por Teleticket y les fue bastante bien. “A partir de allí dijimos ‘esta es la nueva normalidad’”.
Decidieron ir más allá. Al poco tiempo, después de varias pruebas lanzaron la plataforma Preludiolive.com para exhibir sus producciones. Desde agosto, se podrá ver la obra ‘Todos vuelven’ por un costo de 25 soles. “Tenemos optimismo que nos irá bien”.
Asimismo, ya preparan el espectáculo de Chabuca para los próximos meses. Y a la par, están los talleres virtuales, que este año se llamarán Apasionados, para niños, jóvenes y adultos.
CERRAR COMO OPCIÓN
Tanto La Tarumba como Preludio evaluaron en un momento cerrar operaciones por la pandemia hasta que todo mejore. Estela Paredes cuenta: “En un primer momento sobre la mesa teníamos la carta de cerrar la Tarumba o dormirla hasta el 2022, pero no. No hemos querido abandonar el proyecto, sobre todo por la gente que nos ha acompañado este año”.
En tanto, Denisse Dibós recordó que una sola noche tuvo ese pensamiento. “Estaba muy decaída y sentía que no tenía fuerzas. Ahí entraba un tema personal de miedo por mi salud, ya que tuve cáncer hace dos años. Sentía miedo que me dé algo, y no haya camas en UCI”.
Ese miedo le hizo pensar en parar todo, y quizá descansar hasta nuevo aviso. “A la mañana siguiente, sentí todo el apoyo del equipo con el que trabajo. Los chicos ya tenían un plan, un montón de ideas. Entonces dije no, vamos para adelante. Y así ha sido. Estamos trabajando más que nunca”.
LA CULTURA COMO DESARROLLO
El hecho de que el arte y la cultura no sean considerados como línea trasversal de desarrollo en todos los sectores preocupa a Estela Paredes. “No nos define lo que tenemos, sino por lo que somos. Cuando el ciudadano sabe quién es, se valora, y en esa valoración seguramente hubiésemos podido tener un comportamiento más positivo durante cuarentena”.
La directora de Gestión y Desarrollo de La Tarumba cree que, como trabajadores de la cultura y el arte, hubiesen podido ayudar muchísimo, en primera línea incluso, para bajar el estrés a las personas y llamar a la conciencia de cuidarse. “El Perú está perdiendo muchísimo con la pandemia, y está perdiendo con no otorgarle a la cultura su valor”.
Denisse Dibós coincide en este punto. “Por la situación que vive el Perú, la cultura no tiene un gran soporte y para muchas empresas privadas no tiene la importancia que tienen en otros países, el apoyo económico no es muy grande. Uno tiene que batallar y esa es la dinámica para sobrevivir, tener mucha perseverancia”.
LA INFORMALIDAD COMO AMENAZA
En un país donde la informalidad impera, muchos de estos shows ofrecían funciones en esta temporada sin mayor regulación. No es el caso de La Tarumba y Preludio que, como asociaciones culturales, tienen todo de acuerdo a ley. Aunque no siempre ha sido una ventaja.
“En el sector de los circos, es difícil calcular la pérdida porque muchos son informales y no se tiene data. Siempre nos hubiese gustado tenerla, pero la informalidad nos hace trabajar al tanteo, para diseñar estrategias de las finanzas”, refirió Paredes, quien cree que los estándares de obligaciones tributarias y económicas que exigen para un proyecto cultural son altísimos.
En esa línea, Dibós expresó: “Yo pienso seguir formal toda la vida, pero frustra mucho a las personas que estamos en regla, al día con Sunat y tenemos que estar luchando. La gente que no es formal se la pasa más fácil. Pero tenemos que seguir empujando por ese camino”.
La Tarumba viene tramitando un crédito por Reactiva Perú, mientras que Preludio comentó que vienen haciendo el papeleo, para recibir apoyo del Ministerio de Cultura. Todo suma para mantener a flote el entretenimiento y la cultura.