Desde hace varios años, sus cuidadores han advertido de las constantes fallas que viene padeciendo sus órganos vitales. El paciente ya ha sido operado del corazón, pero de aquella intervención ha pasado dos décadas y no ha sido suficiente para alejarlo del riesgo de muerte. Sus pulmones también están complicados y los remedios que le aplican día a día, permiten que siga respirando pero no mejora. Todo tiene un límite y es a lo que ha llegado.
El ingeniero Edgar Carpio Valverde lidera el equipo que se encarga del cuidado del paciente Honorio Delgado Espinoza, que dentro de tres semanas cumplirá 62 años. Ya es de avanzada edad y se ha convertido en un enfermo crónico que necesita con urgencia volver a sala de operaciones para una nueva intervención mucho más profunda. De acuerdo con el diagnóstico de los especialistas, necesita un trasplante de corazón y pulmones.
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“Es un paciente que está en cuidados intensivos y corremos el riesgo de perderlo”, dice el ingeniero que desde hace once años labora en el área de mantenimiento desde donde se evalúa y corrige los errores que se puedan presentar en la casa fuerza que es el corazón del Honorio Delgado y en la subestación eléctrica y sus generadores de energía que cumplen la función de los pulmones.
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El corazón del Honorio está instalado en la parte posterior de la torre hospitalaria y es donde se produce la energía térmica y el vapor necesarios para el funcionamiento de diversos servicios como nutrición, lavandería, el área de esterilización del instrumental quirúrgico y otros. De los seis calderos que lo conforman, dos están desde el nacimiento del hospital. El paso del tiempo y su uso constante los ha convertido en máquinas inservibles. Los otros cuatro fueron renovados hace más de 20 años durante la primera intervención a la que fue sometida el paciente y ya cumplieron su tiempo de vida útil.
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Lo grave del asunto es que en la actualidad, de los ‘nuevos calderos’, solo dos quedan en pie para darle vida al hospital, incluso los técnicos han tenido que hacer una cirugía de emergencia utilizando las piezas de uno de los calderos que dejó de funcionar hace cuatro años para reparar y mantener los que aún siguen en funcionamiento. “Nuestro paciente es sumamente crítico, lo estamos manteniendo con un marcapasos, pero no da más”, afirma Jaime Miranda, uno de los seis técnicos encargados de la casa fuerza y que, desde hace un mes, ha detectado un silbido en unos de los calderos. El sonido se ha vuelto constante y según Miranda es un indicativo de un desgaste en el rodamiento que debe ser atendido cuanto antes.
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La subestación eléctrica es otro de los problemas que tiene el paciente. Está instalada en lo profundo de su ser y por recomendación de la Sociedad Eléctrica, tiene que ser retirada hacia el exterior donde no se exponga a filtraciones de agua, ya sea por la lluvia o por la obstrucción de las tuberías de desagüe; además, requiere ser renovada, pues sus transformadores solo tienen la capacidad de entregar hasta 300 kva (kilovatioamperios) de energía y no va a ser suficiente para lo que demanda el hospital.
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En los últimos años, el Honorio Delgado, ha sido adecuado para la atención de los pacientes COVID, pero no se ha tomado en cuenta que con la implementación de más equipos se requería también renovar los componentes que permiten darles vida y las conexiones con las que son alimentados.
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El ingeniero Edgar Carpio sostuvo que cuando el hospital necesite de la operatividad del 100 % de los equipos médicos, plantas de oxígeno medicinal y otros componentes, se proyecta que se necesitará de hasta los 650 Kva que el nosocomio no está en condiciones de poder brindarlos actualmente.
Desde la dirección del hospital se ha informado que se cuenta con 4.5 millones de soles destinados por el Gobierno Regional de Arequipa para mejorar la casa de fuerza y la subestación eléctrica, pero no será un cambio inmediato, se estima que demandara, por lo menos, entre cuatro y seis meses y no se podría reemplazar todos los calderos, sino comprar al menos uno.