Pampa de Arrieros, un nuevo atractivo en Arequipa (FOTOS)

Todo se renueva, hasta los pueblos fantasmas. La comunidad campesina Pampa de Arrieros sirvió como refugio de los “pampinos” residentes en Arequipa para ponerse a salvo de la COVID-19 durante los meses más duros de la pandemia y ahora se proyecta como destino turístico con la edificación de las viviendas con techos de ichu.

Pampa de Arrieros se encuentra a 71 kilómetros de la ciudad de Arequipa y 280 kilómetros de Puno, sobre una altura de 3,749 metros sobre el nivel del mar. Está en la jurisdicción del distrito de Yura, límite con la comunidad campesina Tambo Cañahuas del distrito de Yanahuara.

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Historia

Los rieles del tren atraviesan Pampa de Arrieros, era un pueblo muy productivo, considerado como el portal de ingreso a la ciudad de Arequipa en las décadas de los 70, 80 y 90. El ferrocarril pasaba por el lugar y era una parada obligatoria donde los pasajeros degustaban los mejores potajes arequipeños antes de llegar a su destino y los maquinistas aprovechaban para cargar los hornos del tren.

Ramiro Murguía permanece en la zona porque trabaja en Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi) y afirma que el pueblo nació con el ferrocarril. “Era una parada obligatoria para el tren donde la gente almorzaba locro amarillo los días martes, jueves y sábado. El negocio de la comida era rentable e incluso llegaron a instalar 14 picanterías de Arequipa, como la Yarabambina, la Miraflorina y la Yanahuarina. Se cocinaba a leña que hacía el sabor especial”, recordó.

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Ramiro resaltó que en Pampa de Arrieros había movimiento comercial como la venta de leña, ganadería y agricultura. El lugar era especial y hasta los ciudadanos puneños traían ganado para hacerlos engordar. Aparte, al menos 70 cabezas de ganado tenía una familia “pampina”.

“La gente vino de Arequipa a trabajar. Me acuerdo que en 1982 un tal Cáceres vendió su casa en Arequipa para comprar una propiedad en Pampa de Arrieros. Había movimiento comercial y eso lo hacía especial, hasta hostal había”, relató.

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Añejo

César Ortiz Beltrán es un “pampino” de corazón, señaló que la suerte de la comunidad cambió cuando ingresó la década de los 90 el tren a diésel y el asfalto de la carretera Arequipa – Juliaca, a un kilómetro del pueblo.

“Vino el tren diésel y se acabó, dejaron de transportar pasajeros y la carretera no conectaba con el pueblo. La gente comenzó a salir por superación, en mi caso, me fui a Arequipa a estudiar secundaria, los fines de semana regresaba a ver mis vacas y ayudar a mis papás porque aquí abrí los ojos al mundo. Había más de 80 familias, como los Zevallos, Cáceres, Ortiz, Beltrán, Salas, Sánchez, Núñez, entre otros”, dijo.

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Destino turístico

El pueblo permaneció abandonado por más de dos décadas hasta que la reactivación económica de la pandemia de la COVID-19 abrió los ojos de los lugareños. Comenzaron a construir y dar mantenimiento a las viviendas y ahora familias completas visitan los fines de semana Pampa de Arrieros, en especial en las fiestas religiosas.

El 13 de junio se celebra la fiesta al patrón San Antonio de Padua. La Candelaria el 2 de febrero, la Santísima Cruz el 2 de mayo y la Virgen de Fátima el 13 de mayo.

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“El mayordomo invita a más de 200 personas y es una festividad grande”, señaló Ortiz Beltrán, que junto a sus hermanos construyen la casa de un familiar. Tres empresas de turismo llegan Pampa de Arrieros, como parte de ruta a Sumbay y las Cataratas de Pillones.