Monseñor Javier Del Río en PERUMIN 37. Foto: GEC.
Monseñor Javier Del Río en PERUMIN 37. Foto: GEC.

En medio de la discusión por la expansión de la actividad minera y su importancia en el desarrollo económico de los países, un llamado de atención por la falta de acción frente a los problemas sociales esenciales, rompió el rigor de las conversaciones en PERUMIN 37 para dar paso a la reflexión en torno a la ética y solidaridad en la acción de las grandes empresas y los gobiernos.

La reflexión provino de la sesión “Iniciativa de Reflexiones Minería y Fe”, que reflejó la preocupación de representantes de diversas confesiones religiosas y líderes de empresas mineras y que puso especial énfasis en la atención de las comunidades, la toma de decisiones políticas, el mejor manejo de los recursos y, sobre todo, en el urgente compromiso de todos los actores para alcanzar el bien común.

“Todos coincidimos en que el aporte de la minería legal al crecimiento económico del país es de primera importancia, ni más ni menos, el 15% del PBI y el 60% del total de exportaciones. Sin embargo, un porcentaje no pequeño de la población peruana ve con desconfianza o recelo al sector minero (...) se extiende la narrativa de que las grandes empresas mineras disponen de los recursos naturales sin que a cambio, hagan de los peruanos, partícipes de su crecimiento”, señaló monseñor Javier Del Río Alba, arzobispo de Arequipa, ante el auditori, mientras señalaba como impostergable la mirada hacia las comunidades cercanas a donde operan las empresas mineras y que no se sienten escuchadas o incluidas por ellas, “que ven pasar camiones cargados de minerales extraídos de un suelo que, en cierto sentido, consideran suyo o de un hábitat recibido de sus ancestros”.

REFLEXIÓN

Monseñor también señaló la falta de acción de los gobiernos (nacional y locales) que no invierten en esas comunidades los ingresos que reciben por concepto de tributos pagados por estas mismas empresas, ya sea por incapacidad de gasto o a causa de la corrupción. Otra reflexión lanzada por el arzobispo de Arequipa, giró en torno al preocupante avance de la minería ilegal que conlleva diversos delitos ambientales, explotación laboral, explotación sexual de niños y mujeres, evasión de impuestos y otros que son verdaderamente dañinos a la sociedad.

Esta comunidad de fe la integran la Comunión Anglicana, la Iglesia Sirio Ortodoxa de Antioquía, la Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas del Perú, la Comunidad Bahai, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y la Iglesia Católica.

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