“Quisiera nacer de nuevo para decirle a mi madre, mamita cuanto te quiero y cuantas cosas de niña... oigo tu voz acabada y cansada por el tiempo veo en tu tierna mirada la luz de mis esperanzas”, este es parte de uno de los huaynos que cantaban ayer los hijos a sus madres en el cementerio general de Huancayo. Según el reporte de la administración, unas 10 mil personas acudieron al cementerio para la visita a unas 27 mil difuntos que descansan en el camposanto.

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Los deudos llevaron flores, globos y responsos a las tumbas y nichos de sus madres, abuelas, esposas y hermanas para que sientan que siempre las llevan presentes y que no las han olvidado.

Lizet Arauco acudió con su madre e hija a visitar la tumba de su abuela Aparicia Cruz de Mayhua que descansa junto al abuelo Gregorio Mayhua Ramírez. Recuerda que su abuela era una mujer cariñosa que reunía a la familia con su comida, muy estricta se hacia respetar con los nietos.

El exregidor Fredy Durán acudió a visitar la tumba de su madre, que dejó de existir a los 78 años. Siempre la recuerda como una mujer muy dedicada a sus hijos y que le encantaba cocinar su mondongo.

Los más requeridos

Las personas que brindaban servicios con escalera en el cementerio eran muy requeridos por los deudos, para el cambio de flores en los nichos ubicados en los pisos más altos, incluso tenían que hacer cola para que los atiendan, ya que eran muy pocos, para la alta demanda que había ayer en el camposanto.

Los puestos de venta frente al cementerio estaban repletos de personas, que podían encontrar el ramo de tres rosas desde 10 soles, los arreglos florales si estaba hasta 25 soles.

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Fiesta gastronómica

Asimismo, los restaurantes atraían a los clientes con la pachamanca cuyo olor salía recién del horno para el gusto del paladar. Además había, carnero al palo, chancho a la caja china, con su chicha morada o de jora con siete semillas.

Mientras que las vivanderas ofertaban el cuy, chicharrón colorado y el chicharrón dorado.

El tráfico vehicular si era peligroso por la calle San Martín, una pista de doble vía y como no había un semáforo por la zona, las personas tenían que avanzar en medio de los vehículos que se desplazaban.