En el distrito de Chongos Bajo, provincia de Chupaca, en la región Junín ayer, las mamachas salieron de sus casas, cargando en sus mantas los cráneos de sus almas protectoras, para el tradicional Tullupampay; el ritual que se celebra cada 3 de noviembre en el camposanto del distrito.
Esta tradición ancestral, cuyo inicio no se sabe con certeza, congrega año a año, a visitantes de diversos lugares del Valle del Mantaro, que trasladan desde sus casas, los cráneos para ser bendecidos en la misa del panteón.
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Historias detrás de los guardianes
“Tengo tres calaveras: Pedro Munive, abuelo de mi esposo; Julio, el chofer de mi amiga; y Aurelia que me la encontré en una fosa. Yo las conservo en una urna, ellas me protegen de los rateros. Cada 3 de noviembre las traigo para que el cura las bendiga”,dijo Dora Muñico.
El vidente Julio de los Santos, también llevó una calavera, dice que la encontró en la carretera, en un viaje por el Ecuador, y desde entonces es su protector. “Se llama Jacinto, Jacintucha de cariño”, dice.
No obstante, en Chongos Bajo, esta costumbre también la cumplen los niños. Tal es así que la maestra Lily Aliaga de la I.E. n°31215, llevó un cráneo a bendecir.
Ella comenta que un niña del plantel la encontró y la llevó a la escuela para que las cuide del peligro y también de los rateros. Como los escolares no pueden salir por la pandemia, la profesora cumplió la labor de llevarlo.
Al interior del camposanto, en un paseo tenebroso, fueron colocados los cráneos, muchos lucen gorras y chullos. Algunos les han colocado frutas, ramos de flores y unas monedas como ofrenda.
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¿Qué es el Tullupampay?
Tullupampay, significa sepultar los huesos, que los agricultores encuentran durante las faenas en la chacra, las conservan en sus casas y luego son bendecidas en la misa, dijo el sacerdote Javier Cayo.
El alcalde de Chongos Bajo, Arsenio Pérez, señaló que esta costumbre solo se cumple en Chongos Bajo, después de la festividad de Todos los Santos. Incluso, la autoridad encontró un cráneo y ayer procedió al entierro, luego que fuera bendecido por el sacerdote del pueblo.