Al igual que todos los años, alrededor de 50 calaveras fueron llevadas hasta el cementerio nuevo del distrito de Chongos Bajo, perteneciente a la provincia de Chupaca, para ser bendecidas. Pobladores llegaron con sus preciados cráneos desde Chupaca, Azapampa, Huancayo y de los distintos anexos de Chongos Bajo para ser parte de este ancestral y tradicional ritual denominado “Tullupampay”.

“Él es como mi compañero de vida (risas), me lo regalaron mis padres. En sueños me dijo que no lo llame como calaverita si no que se llama Rafael y que falleció a los 18 años”, dijo Gladys Aliaga.

Una de las pobladoras más antiguas, Rufina Muñico (83), contó que años atrás la comunidad limpiaba los cementerios y hacían fosas para enterrar sus difuntos, ahí es donde la mayoría habría hallado sus calaveras y las llevaron a sus casas para ponerlas en una especie de capilla.

“Mi padre lo encontró (a la calavera) cuando patrullaba en la Selva y nos contó que desde que la llevó a su base, no eran atacados, los cuidaba. Luego la trajo a casa y en sus sueños se reveló, le dijo que se llama Azucena, es como parte de la familia, yo crecí con ella”, detalló la huancaína Karina Atencio.

Los pobladores, en todo momento mostraron respeto por sus calaveras, en algunos casos las encontraron y otros eras calaveras de alguno de sus familiares. Cada uno de los cráneos fue colocado en el piso con una manta, ofrendas, flores y monedas haciendo una especie de altar.

El párroco de la Parroquia Apóstol Santiago, Javier Cayo, fue el encargado de realizar la misa especial y luego bendecir las calaveras. “Quizá se trata de una costumbre precolombina. En la evangelización tratamos de incorporar estas costumbres a la espiritualidad cristiana”, dijo el párroco, quien además contó que años anteriores chamanes intentaron bendecir calaveras y logró distinguirlo por los artilugios extraños que acompañaba al cráneo.

Por su lado, el alcalde distrital, Timoteo Munive Guerra, destacó la importancia de prevalecer y revalorar este tipo de tradiciones que viene desde siglos atrás con sus antepasados a fin de que no se pierda la esencia de su cultura y la fe que tienen los pobladores a las calaveras, ya que se sienten protegidos por ellos. “La fe y la esperanza siempre está en nosotros. Esta actividad es un símbolo de nuestros antepasados y vamos a seguir cultivan año tras año, es un deber moral”, dijo el burgomaestre.

Al finalizar la misa, se realizó un entierro simbólico de restos óseos que fueron encontrados en uno de los trabajos de limpieza de la comunidad.