La historia de Correo, en Huancayo, puede empezar con un grito. «Me quiero morir». Nadie sabe quién lo dijo. El periodista Raúl Mayo Filio lo recoge en una crónica de 1972, diez años después de la fundación del diario. Era la voz de un acontecimiento. Los redactores estaban ansiosos de ver por primera vez su nombre impreso en las páginas un periódico y la emoción decantaba. Reunidos en la planta de principal alguien soltó el alarido. El 23 de noviembre de 1962 Correo empezaría a circular en una ciudad con una tradición vieja de diarios y periódicos (La Patria, El Pueblo, La Voz de Huancayo). Entre sus líneas había un objetivo: «darle voz propia» al centro del país. Esa había sido la idea de su creador Luis Banchero Rossi.
Quince días antes de esa madrugada del grito, en un local alquilado de la calle Loreto, se había impreso la edición cero. La de prueba. «Somos los primeros», decía ese titular. Se rompieron decenas de papeles para probar la Rotoplana, una máquina comprada al diario La Prensa, creada a finales del XIX. Eran días convulsos para el país. El general Ricardo Pérez Godoy había depuesto al presidente Manuel Prado mientras se esperaba el resultado de las elecciones de ese año. En medio de ese panorama golpista, Correo publicaba una suerte de bienaventuranzas de su naturaleza: “Surge Correo para: narrar los sueños de sus pioneros, las esperanzas de sus comuneros, las ambiciones de sus políticos, la vida melancólica de sus mineros, los matices innumerables de sus crepúsculos”, decía en su primera edición.
Su creador: Luis Banchero Rossi. Su primer director: Carlos Hidalgo Pallete. Su hermana: Myriam Rosario Gago Tello. Es un dato curioso. La misma madrugada que nació Correo, en la sala de parto de un hospital, nació también Myriam. Diez años después fue entrevistada por un periodista de este medio. Había sido su madre, Osilia Tello, quien estableció en vínculo filial entre la pequeña y el periódico. Coincidencias noticiables del destino. Ese destino tiene mucho de rojo. Correo se ha identificado por su singular cobertura de la noticia policial. Alberto Buendía Segura, un provecto periodista de esta sección, cuenta en una crónica los años setenta que la primera muerte que cubrió este medio fue un suicidio. El 26 de noviembre de 1962, el ciudadano de Chongos Bajo Dacio Moya robó 7 mil soles de una casa y antes de que la policía lo atrapara tomó veneno.
Viejos poderes.
A inicios del siglo XVI, el capellán del rey Enrique VIII de Inglaterra, Thomas Wolsey, expuso una de las razones que mejor explican el poder de un medio: «Debemos destruir a la prensa o la prensa nos destruirá a nosotros». Napoleón también lo sabía: «Tres diarios adversos son más temibles que mil bayonetas», dijo y cerró más de un periódico que iba contra sus intereses. El periodismo y los medios han sido puestos siempre en medio de la refriega por su labor informativa y reveladora. Correo estuvo en esa trinchera el 22 abril de 1983. Sendero Luminoso puso una bomba en la puerta de su local de la calle Cuzco, en el centro de Huancayo, y voló vidrios y entusiasmos. Había venido cubriendo el salvajismo terrorista en el valle y el grupo sanguinario ya lo tenía en mira. Asistir a los momentos cruciales puede ser una máxima que tienen los medios. Lo hizo Correo desde su fundación: la primera marcha de sacrificio que cubrió fue para nacionalizar la universidad del centro en 1962.
Cambios virtuales.
La vinculación con la cultura y la educación también tiene su historia. Durante lustros Correo editó cuatro suplementos de plausible recordación: «Jaimito»; «Sucesos»; «Mochila escolar»; «Solo 4». Todos como plataforma para el arte, la historia y la lectura. El objetivo de este medio siempre ha estado vinculado a sus lectores, a la demanda de quienes disfrutan de sus páginas. El sentido humano se refleja en las campañas que Correo emprendió en distintos momentos: para apoyar a un colegio, una navidad o a una madre desamparada. Esto no lo ha alejado de su esencia: comunicar hechos que sean ciertos. Esa es la clave para sobrevivir, en papel, a una crisis de medios que azota el mundo. Sin embargo, Correo, ahora como marca del grupo El Comercio, ha entendido la necesidad de adecuarse. En 2018, el diario estadounidense New York Times logró ingresos por 1 748 millones de dólares. Pero no por el periódico impreso. El 60% de ese dinero provenía de las suscripciones virtuales de sus lectores. De usuarios on-line. A ese espacio viene incursionando Correo Huancayo con una cobertura amplia y completa. Ahora es allí donde está la publicidad y el mercado.